jueves, 10 de julio de 2008

Mi Big Fat Spanish Family


"Family love is messy, clinging, and of an annoying and repetitive pattern, like bad wallpaper."
Friedrich Nietzsche


"La felicidad es tener una familia grande, amante, que se preocupe por uno y que esté muy unida, en otra ciudad."
George Burns

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La idea para esta entrada me la dio en parte Noema, esa gemela espiritual que vive en Berlín. Todo empezó con un comentario en la entrada sobre monsieur M. y el Incidente Estético en la Optica. Ella mencionaba la película "My Big Fat Greek Wedding", y yo le comentaba que cuando mi quebequés de marido y yo vimos la película, nos recordó bastante a mi familia. Por aquello de que en mi familia, como en muchas familias españolas y mediterráneas, se practica algo que he terminado por llamar "hospitalidad agresiva".

Lo de meter en el mismo bote a los países mediterráneos, lo digo por experiencia, tras haber sido invitada por una familia marroquí, frecuentar y cenar con la familia de una colega de trabajo libanesa, y recibir en plena boca todo tipo de pastelitos preparados con amor por las madres de mis alumnos griegos, sirios, argelinos e italianos.

Todas ellas tenían algo en común con mi propia madre: todas parecían encontrarme demasiado flaca -y desde el punto de vista médico y estético, os aseguro que no es el caso-, todas ellas no aceptaban un no por respuesta a sus impulsos "nutridores" -de hecho, una vez que te han llenado la boca de pegajosos baklava a la fuerza, es difícil decir no, o simplemente articular palabra- y todas estaban dispuestas a arrancarle la cabeza de cuajo a cualquier profesora que tratara mal a sus niños. Y con el tiempo he llegado a la conclusión que los italianos, griegos y libaneses son algo así como españoles exacerbados: todos ellos practican la hospitalidad agresiva.

En las visitas veraniegas que monsieur M. y yo hacemos a mi Santa Madre, visitas para ella no lo suficientemente frecuentes, (no por nada me he ganado el título oficial de hija ingrata... y lo del chantaje emocional materno y la transmisión de culpabilidad a paladas también es muy mediterráneo), los dos hemos sobrevivido a varias indigestiones provocadas por comidas demenciales.

Ejemplo típico: día de calorazo espantoso, no muy habitual en la costa vasca, mi Santa Madre prepara una cazuela de alubias con todos sus sacramentos, como mandan los cánones. Para mi Santa Madre, la temperatura es un mero detalle que no hay que tomar en cuenta a la hora de comer. El hambre tampoco, ya que estamos, porque "comer y cantar, todo es empezar", como dice ella siempre.

Santa Madre: -"Comed, comed, chavalotes, que hay que alimentarse."

Hija ingrata (con gotas de sudor perlándome la frente sólo de mirar el platazo que tengo delante): - " Euh, ¿mamá? No sé si te has dado cuenta, pero hace 34 grados."

Monsieur M. (inquieto por el cariz que toma la situación, lleno de horror ante la idea de resultar un maleducado, pero aún más lleno de horror ante la idea de comerse un plato de alubias con chorizo y morcilla a semejante temperatura): -"Y Arantza está en la treintena avanzada y yo en alguna década que otra más tarde, no creo que ninguno de los dos vaya a crecer más... verticalmente."

Hija ingrata (nerviosa, ante ceño fruncido de Santa Madre): -"No creas, que apreciamos mucho todo el trabajo que te has tomado..."

El ceño se frunce aún más; lo miro, hipnotizada, sin poder quitarle el ojo de encima: -"... a lo mejor cuando se enfríen podemos hacer una ensaladita con ellas..." balbuceo débilmente.

Santa Madre (ahora de franco mal humor): -"Claro, si tampoco os comeréis las croquetas de pollo. Ni la merlucita empanada. A saber qué porquerías habéis picoteado por ahí. ¿Y qué hago con las torrijas que he hecho de postre? Porque si hubiera sabido que no ibais a comer como Dios manda, no las hago." (Y es que para mi madre, menos de tres platos y postre, no es comida de fundamento).
-"Pues hoy M. no prueba el arroz con leche, no señor. Si no tiene hambre para alubias, tampoco para dulces. No hay cocido, no hay postre." Y le quita el plato de delante con un movimiento brusco. (El hecho de que mi marido haya dejado atrás los cuarenta hace bastante tiempo, no es obstáculo para que mi madre lo castigue sin postre. Esto es verídico.)


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Incidentes como éste y otros en los que monsieur M. es conminado por mis entusiastas y numerosas tías a comer sardinas asadas sobre sarmiento a las once y media de la noche (el plato más fácil de digerir del mundo, teniendo en cuenta que en Canadá cenamos a las seis) y se las come ante mis ojos incrédulos y ni siquiera hay que llamar a un médico de guardia, todo ello regado con abundante vinito de La Rioja; otras cenas familiares con varios tíos que le palmean la espalda amistosamente y le pasan el porrón, la bota de vino, el chorizo de cantimpalo o la pata de jamón con un cuchillo (a él, que como yo, es "casi vegetariano"), o todo ello al mismo tiempo, hablando en un dialecto que él no comprende en absoluto -monsieur M. ha descubierto que la comprensión no es necesaria para tratar con mi familia; de hecho ellos jamás se escuchan unos a otros, basta con sonreir y beber y comer lo que te pongan en la mano, y todo irá bien-, así que él se deja arrullar por la riada de frases incomprensibles mientras mis tíos lo cuecen invariablemente.
Mis tíos son de los que cantan cuando beben. Y como no he visto nunca una reunión familiar en la que no beban, siempre se acaban arrancando una jotica, o una habanera. Cuando han entrado en calor, es terrible. Entre proyectos de formar un orfeón e ir de tournée al Canadá, y una rondita y otra de porrón, le sueltan todo el repertorio al "importado" de la familia, quien escucha con paciencia zen e intenta jalear cada canción como es debido.

O la boda de una amiga, en la que veo a mi muy canadiense marido forrándose a comer fritos, croquetas y jamón, los entrantes, vaya, y le explico pacientemente que se calme un poco porque aún queda un plato de carne, otro de pescado y lo que venga detrás, y él me responde, asombrado: -"Pero si yo creía que esto era la comida. ¿Quién puede comer tanto?" (Pregunta fútil en el País Vasco, el único pueblo capaz de hablar de comida mientras come. Los vascos nunca superamos la famosa fase oral. Si Freud levantara la cabeza...).

Recuerdo entrañables veladas en las que mi tía mueve a todo el mundo de cuarto con su estilo maniobras del ejército: le echa a mi reluctante tío a dormir al suelo, manda a todos los demás fuera de sus cuartos para que nosotros podamos dormir en su cama, ante nuestro bochorno total, nosotros que vamos siempre preparados cual jóvenes castores y lo único que queremos es una buena alfombra donde echar nuestros sacos y esterillas... que por otra parte son más cómodos que sus colchones demasiado blandos... tras dos horas de intentar razonar con ella, terminamos por no discutir más, callarnos, entrar en el cuarto asignado y dormir en el suelo de dicho cuarto.

Así que cuando llegamos a casa de la familia, mis tíos le agarran a monsieur M. por los hombros, uno le pone una txapela en la cabeza y el otro un vaso en la mano, y lo arrastran amablemente a la bodega, con un -"Nada, nada, hombre, tú deja que las mujeres se ocupen de la cena" (bienvenido al siglo diecinueve, marido), él vuelve la cabeza y me dirige una mirada mitad acorralada, mitad "bueno, si insisten", y dice a uno de mis tíos: -"Luis, tu vino es cohhhhonudo" (con su acento), una risotada de viril deleite sacude a la sección masculina de mi numerosa familia (-"Un cachondo, el canadiense, un cachondo. Oye, ¿tú conoces "Mirando al mar"?") y sé que cuando lo vuelva a ver, estará como una cuba.


24 comentarios:

Marona dijo...

:D:D:D Qué bueno... por fin he puesto nombre a ese concepto: hospitalidad agresiva. Conozco a una chica austríaca que tiene un novio de Madrid y se le ocurrió decir que no se encontraba bien para no tener que empacharse y a la pobre le cayeron sobres digestivos y otras armas químicas :D:D:D

The Intercultural Kitchen dijo...

Jope, para lo que te da una simple mención en un pequeño comentario!
Yo he vivido las dos caras de la moneda, primero con una pareja siria y después con una teutona, corroboro la teoría, la segunda ha necesitado simplemente un entrenamiento intercultural previo bastante más intensivo, pero lo está haciendo al igual que tu Monsieur M., como un campeón!!! (aunque nunca ha tenido que quedarse sin postre, el pobrecito)

Manuel dijo...

Genial. Delirante. Real. Mis suegros son cántabros, con una hospitalidad "agresiva" muy similar a la vasca ( bueno, mi madre que es andaluza al 110 % también anda obsesionada con la cantinela de que estoy muy delgado y que lo que como en casa no es comer, es picoteo) . Volviendo a la cocina de mi suegra: es casi tan grande como mi piso en Sevilla, así que te puedes hacer a la idea del culto a los fogones, a las carnes , a los primeros, segundos y terceros platos, amén de tostadas, patatas fritas, arroces y otros "meros" acompañamientos culinarios. Cuando todavía no tengo digerido del todo el desayuno ya tienen la mesa puesta para comer y yo me pongo malo. ¿ Cómo comer semejante cantidad de comida sin una pizca de hambre ? Incluso desayunando tengo que inhalar los mil y un vapores culinarios que desprenden todos las cazuelas puestas al fuego, porque la comida debe estar lista a la una de la tarde y en suficiente cantidad para que luego se haga el reparto entre todos los vástagos (masculinos) que vienen a comer y de paso, se llevan el "sobrante" para tirar durante toda la semana. Yo ya le temo: ¡para qué se me ocurriría un día decir que me gustaron las manitas de cerdo! Mi suegra seguro que me tiene ya reservada una tonelada.
Saludos desde Sevilla.

Sara dijo...

Tu madre me recuerda a mi suegra (recuerda, del mismo Bilbao...).

Se me ha quitado el apetito...

sumire dijo...

bueno bueno, de hospitalidad agresiva yo se un rato larrrrrgo, aunque en el caso que me toca la palabra hospitalidad es mucho mas pequeñita que agresiva...

Snowinseville dijo...

Has cambiado la portada del blog. 'Que elegancia abriendo el cubo de basura! Yo desde luego doy un pisotón cual si quisiera matar una cucaracha y, así todo, no siempre se abre. Por supuesto con tacones y ladeada no podré intentarlo pues de eso no uso.
kss
Por cierto esta mañana nos reimos mucho con tu post y Manuel (el de arriba) no pudo pasar sin dejar su comentario (sobre mi madre, claro). Todo cierto y verídico.

Arantza dijo...

Marona: esto de las cantidades pantagruélicas es todo un problema en las comidas familiares. Nosotros lo solucionamos haciendo mucho ejercicio durante las vacaciones (mucha andada, mucho monte), y ayunando en los momentos en los que no vemos a mi santa madre (bueno, algún pintxito ya cae), así llegamos a casa con hambre y la hacemos feliz.

Noema: más que entrenamiento intercultural, deberiais probar lo de ayunar, como le comento a Marona ;-). Tú tienes la ventaja de haber vivido la cosa desde los dos puntos de vista.

Manuel: cuidadito con lo que dices de tu suegra, sospecho que te vigilan :-). Mi santa madre tiene también la costumbre de preguntar qué hace para la cena cuando aún estamos masticando el postre en la comida.
Sara: a mí también se me quita el apetito, sólo de pensarlo.

Sumire: nada como espaciar tus visitas. Ya lo dice el proverbio inglés: las visitas son como el pescado, empiezan a oler después de un par de días (pero esto NO se aplica a la vuestra en septiembre, guapísimos).

Nieves: pues sí, la primera portada la había puesto un poco deprisa y corriendo, y ésta me parece que le va mejor. En cuanto a la elegancia, ya, yo domino perfectamente esto de cocinar con tacones de aguja de 40 cm. y un pelo y manicura impecables. También sé tocar sonatas de Beethoven con los dedos de los pies y hacer encaje de bolillos al mismo tiempo, no te j... perdón. No mujer, es que esos tobillos los hubiera querido tener yo.

Paco Bernal dijo...

Hola! Buenísimo, oyes. Yo me sentía completamente retratado. En Austria no son así. Me permito añadir una al repertorio: se coge al extranjero, se le pone delante de un plato de lomo y, con aire socarrón, se le dice:
-Anda, come, come, que de esto no tenéis por tu tierra.
(No sé en Canadá, pero aquí hay de todas esas cosas)
Los austriacos son también hospitalarios, pero dejan al invitado más a su bolilla.
Abracetes,
P.

Anónimo dijo...

En mi familia por suerte no son tan exagerados, pero Mr M. con tu familia me ha hecho pensar en unos amigos míos al que les fue a visitar un amigo suyo japonés. Al pobre lo metieron en casa de los padres de mi amigo, muy de la Cataluña interior, y el chaval no sabía qué hacer con tanta comida (imagínate un japonés acostumbrado a su comidica toda mona y bien cortadita que de repente tiene que alimentarse a base de guisotes, que la cocina europea es muy bárbara). El chico aprendió una sola palabra en catalán: "tip", o sea, "lleno, harto", y a la mínima que le ofrecían algo de comida, decía, con cara de terror, como una ametralladora, "TIP-TIP-TIP-TIP-TIP-TIP-TIP-TIP-TIP-TIP-TIP!!!!"

Arantza dijo...

Paco: tu ejemplo de orgullo nacional porcino (por lo del lomo) es un clásico. A mi la hospitalidad me gusta más al estilo austriaco y canadiense: dejar a la gente que respire y coma lo que le apetezca. Vamos, cuando tengo invitados, soy tan hospitalaria que hasta les dejo limpiar el baño, pasar la aspiradora, planchar... ;-)

Ander: pobre japonés, lo estoy viendo... mi familia acabaría con él en 24 horas (estoy visualizando a mis tíos cantándole unas jotas navarras, una vez que han entrado en calor...uf).

sumire dijo...

ahora que lo pienso estoy viendo que mi familia (la mia propia eh?) no es nada tipica en lo que se refiere a estos asuntos.Para mi que somos unos nordicos un poco despistados....

con Ka dijo...

:D
Imagínate lo que tiene que ser no una, sino DOS madres vascas (la de M y la mía propia) en Navidad, cuando ya de por sí se come más de la cuenta. Con eso de que el resto del año no te ven te quieren alimentar para los próximos 365 días...
Yo lo que hago es acordarme de que, para la Spanish Mother, 'nutrir' significa 'dar amor', por lo que me siento triplemente querida (por cada plato que me sacan) y cuando vuelvo a mi casita me alimento a base de ensaladas durante una semana ;)

Ah, ¿de dónde sacas las imágenes de tu blog? "Clean my kitchen", me encanta, jaja!

ata dijo...

has olvidado el clasico "que no os pille una guerra" o sus mil variantes

Arantza dijo...

Sumire: es verdad, a mí siempre me ha parecido muy relajante ir a tu casa y que tu madre no empiece inmediatamente a introducirme comida en la boca por la fuerza... creo que deberías investigar los orígenes de tu familia, porque "no es normal"... ;-)

Con Ka: je, cuando volvemos de las vacaciones con la familia, nos tiramos una semana comiendo fruta... DOS madres vascas en lugar de una, Dios santo, qué empacho. Por eso todavía no hemos ido en Navidad, tenemos un poco de miedo...
Por cierto, el post sobre la "Spanish mother" es muy bueno. Es verdad que las mujeres ibéricas tienen esa vena psicomaternal que les sale cuando menos te lo esperas.
En cuanto a las ilustraciones, muchas vienen de sitios web americanos de museos de arte e ilustración (me gusta mucho la ilustración publicitaria de los 50), y esos "chistecitos" como el de "Clean my kitchen" vienen de un par de libros de dos grafistas que han reciclado esas ilustraciones y pegado textos graciosillos. Se llaman Ed Polish y Darren Wotz. Tú puedes fabricártelas tú misma. Haz una búsqueda en Google con "vintage 50's ads", o "illustrations from the 50's" y encontrarás toneladas de cosas.

Arantza dijo...

Ata: jo, es verdad. Esa frase es de las antológicas de ama. Y la de "pero si este plato de huevos con panceta es ligerito" o "ayuda a la digestión", o "si no has comido nada".

Maria Fernanda dijo...

No sabía que México era considerado como parte del Mediterráneo porque también existe la hospitalidad agresiva aunque camuflajeada por los diminutivos excesivos y bueno, nunca dejaríamos a nadie sin comer postre, tenemos el corazón blando!

Aran, no sé si sean los genes vascos, pero los mexicanos también hablamos de comida comiendo, de hecho, siempre estamos hablando de comida! Sobre todo los que vivimos lejos :p

Arantza dijo...

MF: ah, veo entonces que ese "Amor nutridor" es muy latino, en general. Bueno es saberlo, para ponerme a régimen antes de ir a México ;-)

con Ka dijo...

Gracias por la info ;)
¡Saludos!

liuia drusilla dijo...

De verdad, Arantza, mira que me río leyéndote, que un día de éstos me mingito encima, por dios.
Lo peor de todo es que absolutamente todo lo que cuentas es asín, cómo me has recordado a mi tía C.: desayuno, tentempié de media mañana, tapita, dos platos de cocido, segundo plato, merienda, tapita, cena y sobremesa. Ay, qué dolor de barriga me está dando de acordarme.

Lía dijo...

A mi se me ocurrió un día alabar las berenjenas rellenas de mi Sra. Suegra y en la siguiente comida familiar me encontré con que había cocido de primero y berenjenas rellenas de segundo...ahora como soy vegetariana la tengo totalmente descolocada y así evito más de un empacho ;P
Sin embargo mi madre, debe ser canadiense por lo menos, porque en mi casa la norma siempre ha sido "cada uno que se sirva lo que quiera" sin más presiones, así que las primeras comidas con la familia política fueron muy, muy duras.

Arantza dijo...

Liuia: encantada de ser parcialmente responsable de tus futuras patas de gallo ;-). En cuanto a tu tía, no es nada fuera de lo normal, monsieur M. parece sorprenderse por "la cantidad de desayunos" que sirve la mía (porque hay desayuno, tapita, tentempié de media mañana y tapita de aperitivo). Dice que cada vez que visita a mi familia le recuerda a "Astérix en Bélgica".

Lía: Mi madre hace lo mismo cuando mencionas que te gusta algo, pero tiene algo de enternecedor, porque hay un trasfondo de querer agradarte a toda costa...¿no?

Lía dijo...

Está entre agradar y cebar, no lo tengo muy claro, jeje. En realidad la pobre mujer lo hace con la mejor de las intenciones aunque ahora soy más comedida en mis observaciones no por mi sino por los curros que luego se pega cada vez que nos reunimos. Eso si, hace las mejores croquetas de queso y huvo duro del mundo...ahí si que no me corto diciéndoselo ;P

HoneyBunny dijo...

Me encanta este post, me lo he leído dos veces, y coincido al pensar en muchas cosas. Cuando pienso en mis amigos canadienses en mi casa, o a mi ex novio alemán intentando beber copas con mis amigos... sí, somos así, y me gusta :)

Arantza dijo...

Lía: croquetas de huevo duro y queso... mmmm... ¿tú crees que tu suegra aceptaría mandarme una docenita por Fedex? ;-)

Mer: esa faceta del carácter español es entrañable... si tienes acceso a montañas de bicarbonato y puedes pegarte un ayuno de descanso entre visita y visita
;-). Yo también preparo demasiada comida cuando vienen amigos a casa, pero intento no exhortarles a probarlo todo. Aunque la mayoría se queja de estar demasiado lleno cuando sale de casa. De tal palo...