Esta es una de esas entradas que no tienen que ver con la cocina (aunque sí con la alimentación, de forma indirecta), y que probablemente desencadenará bastantes comentarios, mucho de ellos indignados, imagino. Si no lo hace, creo que voy a sorprenderme mucho.
No voy a hablar de gatos, sino de talibanismo ecológico y uno de sus ejemplos, la lucha contra la caza a las focas. Pero las fotos de mi gato Alfonso ilustran bien el tema por dos razones: cuando está en lo alto del armario de la cocina, mira hacia abajo con esa expresión tan felina, que parece decir "Pero mira que los humanos sois majaderos"; y porque su tamaño empieza a recordar peligrosamente al de una foca. Y es que Alfonso es un tragón, parece vasco, caray, y hace grandes esfuerzos para no quemar ninguna caloría de forma innecesaria y sin profunda reflexión.
Aunque no me apasiona ventilar todas mis intimidades, creo que para que esta entrada sea leída con una mente abierta, tengo que dar un poco de información personal para matizar un poco:
- Soy una semi-vegetariana (es decir, como carne unas dos veces al mes, como máximo, y pescado un poco más a menudo). Pero como definirme por medio de mi dieta me parece de un reductor lamentable, yo diría más bien que mi forma de comer es semi-vegetariana, y que como soy curiosa y glotona, me gusta poder probar de todo. Aunque prefiera unas verduras a un chuletón. Pero no diría que no a unas chuletillas de cordero... vamos, que no practico ningún tipo de restricción alimentaria.
Sin embargo, si tuviera que retorcer el cuello yo misma a los pollos que cocino, probablemente sería vegetariana. Como mucha gente en esta triste era industrializada. En mi caso, este pseudo-vegetarianismo no tiene absolutamente ninguna base ideológica, es una mera cuestión de gustos. Siempre me ha fascinado que la gente que protesta más alto contra la crueldad contra los animales, son justamente las personas que parecen sentir la indiferencia más completa hacia su prójimo y compañero de especie, el ser humano.
- Reciclo... imagino que el adjetivo sería "religiosamente" (uf, qué mal rollo), pero no tiene ningún mérito: en Montreal reciclar es obligatorio y te pueden multar si encuentran materias reciclables en tu bolsa de basura. Y sí, hay inspectores que tienen el "grato" trabajo de meter la mano en tu bolsa de basura. Alucinante, ¿eh? Pero sí que creo que reciclar es necesario. Punto.
- Nunca he ido a cazar (aunque en Quebec la caza es tradicional y forma parte de la cultura), y no creo que vaya nunca. Me cuesta entender por qué a la gente le gusta hacerlo. Pero también me cuesta entender por qué a la gente le gustan cosas como "Gran hermano" o "Loft Story". Me abstengo totalmente de juzgarlos. Y la lista de cosas que me cuesta entender es infinita.
Tengo amigos que la única carne que comen, es la de sus presas. Si no cazan, no comen carne. Y creo entenderlos.
- En mis hábitos de consumo, normalmente pienso en cosas como comprar verduras cultivadas en Quebec, si tengo la opción entre local e importado, compro local. Simplemente porque es más lógico, más fresco, y sabe mejor. Si no hay alternativa local, compro lo que me apetece comer. Si el precio es similar, compro orgánico. Si lo orgánico es más caro, no gracias. No soy millonaria. Y llevo mis propias bolsas reutilizables a la tienda. Pero no miro a la gente que utiliza las de plástico como si fueran criminales.
- Intento malgastar el mínimo de agua posible, aunque en Quebec no existan los contadores (este país tiene una de las mayores reservas de agua dulce del planeta). Pero cuando estoy cansada, las duchas largas -"duchas Hollywood", las llamo- me siguen gustando. Aunque sean una mala costumbre.
- Lo mismo va por la electricidad: éste es uno de los países del mundo en el que cuesta más barata, lo que no impide que apague los aparatos y luces que no utilizo.
- También intento utilizar jabones y productos de limpieza biodegradables y sin fosfatos, substancias que están causando muchos problemas en los lagos de Quebec.
- Y para terminar, en todas las conversaciones evito rigurosamente hablar de todo lo que acabo de contar aquí, lo que hago o no hago en mi vida cotidiana para no exprimir al planeta más de lo necesario. Evito también comentar, juzgar o valorar lo que hagan o no otras personas. Si en casa tengo algún invitado que no tiene las mismas costumbres que yo, le pido por favor que meta los envases al reciclaje, pero no le sermoneo (¿y quién demonios sería yo para sermonear a nadie, de todas formas?). Para eso puede ir a misa.
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Desde que me instalé en Canadá, una de las diferencias de base entre la idiosincrasia nacional de los quebequeses y la de los españoles que pude constatar fue el "desplazamiento" de creencias.
Por "desplazamiento" quiero decir que, como los quebequeses le dieron la patada simbólica a la iglesia católica durante la Revolución Tranquila, en los 60, muchos de ellos concentraron su atención en una nueva doctrina: ser católico está out, ser "verde" está in. En mi opinión, el ser humano experimenta un vacío a la hora de adaptarse a una vida sin creencias, sin dogmas ni restricciones, la manera de enfrentarse a este vacío tras la caída de una religión mayoritaria es simplemente desplazando esta fe, elevando ciertas convicciones a la categoría de dogmas.
En Canadá, y en Norteamérica en general, esto se hace patente. Mucha gente ha adoptado la conservación del medioambiente y un cierto tipo de ecologismo extremo como nueva religión. Y no exagero. Se practica esta nueva creencia con la misma fe, aplicando los mismos dogmas y restricciones que les impondría una religión. Esto se hace patente en las restricciones alimentarias (como los veganos, crudívoros y vegetalianos, entre otros) y en los preceptos aplicados al comportamiento (evitar de utilizar todo producto de origen animal, como el cuero, la seda, etc., los ayunos "depurativos"...etc.).
Atención: con esto no quiero decir que todos los veganos, por poner un ejemplo, sean unos extremistas dogmáticos, sólo observo un fenómeno que se generaliza. Siempre habrá gente equilibrada en todas partes, menos mal.
Este fenómeno social me parece digno de observación, (¡sociólogos, tengo un mazo de ideas para tesinas!) y tengo la impresión de que muchos países occidentales experimentan la misma evolución de sus códigos de valores, países en los que se puede incluír a España. En España la religión católica tiene aún bastante influencia sobre la población, directa o indirectamente, pero cuando esta influencia vaya disminuyendo, nuevos dogmas ocuparán su lugar.
Si léeis detenidamente, no veréis ninguna crítica al compromiso con la causa ecologista (de todas formas, mi opinión personal sobre el tema es que la conservación del medioambiente no es una cuestión de virtud, sino de sentido común y de supervivencia de nuestra especie, que depende de todas las demás). Tampoco soy una católica desengañada, sino una agnóstica que va deslizándose hacia el ateísmo. Mi problema empieza con los integrismos.
Los integrismos de cualquier clase y con cualquier fondo ideológico me parecen la lacra de nuestra raza. Son un atentado contra toda forma de raciocinio y dignidad del ser humano, contra lo -poco- que hemos logrado evolucionar. Ser extremo y ultraortodoxo, aunque sea en nombre de una causa pretendidamente "buena", es más fácil que pensar.
Por eso cada vez tengo más dificultades para escuchar de forma cortés esos discursos culpabilizadores de los predicadores verdes, siempre al acecho para evangelizar al prójimo. Creo, al igual que Hubert Reeves y David Suzuki, (ilustres canadienses que os recomiendo leer), que culpabilizando no se llega a ninguna parte, si no, mirad lo vacías que están ahora las iglesias. Lo importante es que cada uno ponga su granito de arena hacia el bien común. Algunos pondrán un obelisco, otros sólo un granito. También es importante acordarse de esto al votar, si a nivel institucional no se hace nada para secundar los esfuerzos individuales, no se arreglará gran cosa. Y las instituciones las elegimos nosotros.
Os daré un ejemplo de lo que yo llamo el "talibanismo ecológico" en una de sus manifestaciones más polémicas por aquí: la caza a las focas en Terranova y en Quebec.
He incluido en este post enlaces hacia dos periódicos:
- Uno de ellos es un artículo de El Mundo, que normalmente tampoco es lo que yo llamo un periódico sensacionalista. Es increíble, sin embargo, cómo han elegido los elementos informativos más sensacionalistas sobre el tema de la caza a las focas: artículo de El Mundo, 1 de abril - El punto de vista canadiense (y he elegido un artículo de un buen periódico, artículo de Le Devoir, 26 de abril, evitando cuidadosamente los panfletos gubernamentales sobre el tema), otra realidad completamente distinta. El artículo está en francés, haciendo un breve resumen y algunos comentarios: Green Peace lleva tiempo retirado de los bancos de hielo del norte de Quebec, donde se caza a las focas, porque estudios de biológos medioambientales -independientes- han probado que la población de focas no sólo no está en peligro de extinción, sino que empieza a haber problemas de hambruna debido a su gran número y a la disminución de sus depredadores naturales, los osos polares. La caza sirve para impedir que las manadas de focas alcancen un tamaño problemático para el ecosistema nórdico (empieza a faltarles pescado para alimentarse). El número de osos está disminuyendo por culpa de la desaparición de los bancos de hielo en el Gran Norte, su terreno de caza.
Los grupos que se oponen a la caza de focas no lo hacen por razones ecológicas, sino por razones morales. Y la moral es propia a cada uno, según su sistema de valores. Ninguna relación con la conservación del medioambiente.
Las publicidades de grupos anti-caza mostrando bebés foca blancos son fraudulentas, hace ya mucho tiempo que la caza a focas tan jóvenes está prohibida. Sólo se cazan focas adultas.
El famoso instrumento utilizado para matar a las focas es más eficaz que los que se utilizan en mataderos de bovino: contrariamente a lo que se difunde, no es un garrote, es una especie de arpón con un pico que entra directamente en un punto concreto del cerebelo del animal, que muere de forma instantánea. Ha habido estudios hechos por organizaciones contra la crueldad contra los animales que han probado que es el método más rápido e indoloro. No creo que los osos polares sean más rápidos y compasivos cuando se cazan una foca para la merienda.
En muchos mataderos industriales, el aguijón eléctrico con el que se mata a las vacas sólo las aturde, muchos trabajadores se quejan de que algunos animales están aún vivos cuando se les descuartiza. Pero un bebé foca sale más mono en las fotos, y a la gente le gustan los filetes de ternera.
Hace apenas un mes, tres pescadores quebequeses murieron ahogados. Un activista anti-caza, un tal Paul Watson, calificando a estos pescadores de "asesinos de bebés", manifestó que sus muertes eran menos importantes que las de las focas. No sé, igual soy yo, que no entiendo nada, pero me parece que hay un error en alguna parte...
Os aconsejo leer el artículo, es interesante ver que todas las monedas tienen dos caras, y, como siempre, la verdad está en algún punto entre las dos. Pero para eso, los medios de comunicación, que supuestamente tienen como misión informarnos, tendrían que presentarnos las dos caras. El problema de los medios es que ya no se dan como misión la información, sino la creación de opiniones en el público.
Para terminar, un comentario personal : encuentro curioso que en Columbia Británica, otra provincia canadiense, se maten en un día 19 millones de pollos y nadie vaya a hacer fotos de estos animales, que son criados en condiciones bastante peores que las condiciones de vida de las focas. La única diferencia entre zamparse una pechuga de estos pollos y utilizar un producto con grasa de foca (que por cierto, se usa para producir colágeno y la mayor parte de los productos utilizados para el tratamiento de grandes quemados en los hospitales) es la publicidad que se hace sobre la caza.
Y no, no estoy especialmente a favor de la caza de focas. Pero sí que estoy especialmente en contra de que todo Occidente permita que en Sudán, por poner un ejemplo, los bebés humanos mueran de cosas como la diarrea común, y a nadie le importe una mierda. En contra de que dejemos que casi un continente entero, lleno de seres humanos, agonice a fuego lento. Claro, un africano desnutrido no queda tan bien en las fotos junto a McCartney o la Bardot....
En contra de que McCartney aterrice en su jet privado (ey, buena contribución al cambio climático) y vaya a darles lecciones de moral a pescadores quebequeses que viven del paro seis meses al año. En contra de que Brigitte Bardot tenga tanta compasión por las focas y haya soltado bastante a menudo unas declaraciones alucinantemente racistas sobre los inmigrantes en Francia, con los que no parece sentirse tan compasiva.
Pues eso, "Save the planet, fuck the people".