Cuando empecé a escribir este blog, me paseaba un poco por el ciberespacio echando un vistazo al inmenso universo de la blogosfera. Para alguien que acababa de descubrir este medio de expresión, era apasionante ver lo que otras personas consideraban importante como para que que el mundo entero lo supiera.
Tampoco es que lo que yo escribo aquí sea indispensable, vaya. Pero tengo que decir que no salía de mi asombro cuando leía a una abuela que ajustaba cuentas con sus ingratos nietos, un maníaco de los cochecitos de colección excitarse con su última adquisición, una esposa infeliz lanzarse con alegría al público escarnio del cónyuge, un fetichista del calzado salivar sobre los últimos Jimmy Choo, una estreñida crónica (lo juro) escribir una detallada bitácora de sus movimientos intestinales, una sufridora de candidiasis describiendo sus síntomas cotidianos. Entre otros.
Tras hacer un alto (breve, pero oh, cuán traumatizante) en estos sitios, rascándome perpleja la coronilla, me dije para el cuello de mi camisa que si realmente hay vida inteligente en otros planetas (y como dijo no recuerdo quién, a veces uno se pregunta si la hay en este planeta), y que esas civilizaciones extraterrestres echaban un ojo a nuestros medios de comunicación para hacerse una idea exacta de lo que somos, iban a llevarse una impresión un tanto peculiar de la raza humana.
En el mejor de los casos, una inteligencia alienígena que hubiera seguido el mismo paseo virtual que acababa de darme yo, hubiera sacado en conclusión que: los seres humanos envejecemos con una mala leche apenas contenida, tras haber vivido lamentables acoplamientos, en los que el componente de sexo masculino de la pareja necesita lamer unos tacones de aguja de charol rojo para poder llevar a cabo la función reproductora que se espera de él, y el componente de sexo femenino, que vive una existencia centrada en torno a sus funciones defecadoras, lucha contra una micosis crónica. Qué bonito.
Tras este reflexivo e indispensable preámbulo, voy al meollo de la cuestión: he dormido fatal. Vale, ahora habrá un par de vivos leyendo esto que pensarán que mis dificultades para dormir no les interesan mucho más que los problemas excretores de otras blogueras. Os lo concedo, tenéis razón. Pero en mi caso, esta falta de descanso vital es de una importancia capital para el mundo de la lingüística: si no duermo bien, me levanto hecha unos zorros. Si me levanto hecha una piltrafa humana, con la marca de la sábana tatuada en el carrillo y los ojos color breva madura, todo lo que escriba hoy en mi tesina distará bastante de revolucionar el mundo de la lingüística. De ahí la importancia de compartir mi falta de sueño con el mundo entero. No es egocentrismo, es un deber humanitario.
Ahora que mi altruísmo ha quedado claro, os diré que los responsables de este insomnio han sido dos: el lumpen montrealés y Victor. El primero pasa junto a mi ventana (que en esta chocita montrealesa está al nivel de la calle) prácticamente todas las noches de verano, rumbo a Montréal Nord, un barrio muy dinámico no lejano del mío, en el que a menudo en verano hay animación callejera como: motines contra la policía, quema de coches patrulla o, en su defecto, de coches de honrados ciudadanos residentes del lugar, tiroteos entre pandillas callejeras o alegre discusión pública entre los chulos y sus asalariadas. Traca y fin de fiestas.
No vayáis a formaros una idea equivocada de Montreal: es una de las grandes ciudades más seguras en las que he estado nunca,y la capital más segura de Norteamérica, si recuerdo bien las estadísticas, pero, como todas las grandes capitales, tiene su salsilla subdesarrollada que perfuma el resto.
Anoche, a las tres de la madrugada, tocó alegre y vivaz discusión entre chulos de p&*$a -no es una injuria, era su profesión- y las susodichas, y tuvimos la mala suerte de que llegaron al momento de la catarsis emocional junto a nuestra ventana. Si no me despertara a las seis y media de la mañana, con lo que mi estado a esas horas de la noche se asemeja mucho al de un organismo unicelular, hubiera sido una gran ocasión para grabar una muestra del más puro criollo, y hacer un estudio de campo. Pero cuando berridos histéricos jalonados de "Pute! Salope!" --- criollo---- "Va te faire enculer, ---criollo---, mange l'marde, ---más criollo--- mon hostie de chien sale!!!" me sacan de los brazos de Morfeo en plena noche, no me encuentro la lingüista interior.
Monsieur M. gruñe algo así como: -"Gggrrmmphh, llamo a la policía, jjjrrmmpffzzzzzzzzz", yo levanto la cabeza de la mancha de babilla en la almohada, sobre la que tan agradablemente dormía hace un segundo, me pongo las gafas (reflejo de la miope extrema que soy, porque si lo considero con lógica diurna, ponerse las gafas probablemente no ayuda a oír mejor), tiendo la oreja para ver si se emiten amenazas de muerte (en francés, porque en criollo, ni idea), y hay que llamar a la poli, y cuando oigo que la chillona meretriz parece estar ganando la batalla, doy tumbos hasta la ventana y la cierro. En el camino de vuelta piso al gato y me machaco el dedo pequeño del pie contra el canto de la puerta abierta, lo suficiente como para que el dolor me despierte del todo. Monsieur M. ronca de nuevo en el calor sofocante de la habitación, y yo me siento en el cuarto de baño reflexionando sobre mi creencia férrea en las virtudes de la educación pública para las clases más marginales de la sociedad, y cuando esa educación no funciona, en las ventajas de ser podridamente rico y vivir en un barrio rodeado de alambradas de espino y guardias armados.
Normalmente ni siquiera consideraría la idea en pleno día, pero hay que ver lo de derechas que puedo ser a las tres AM. Podría haberles lanzado por la ventana un ejemplar de Boris Vian alabando las virtudes de la lectura y la escritura como válvula de escape, y sugerirles un curso municipal de gestión positiva de conflictos, pero me apetecía más lanzarles un guardia jurado con un dóberman.
En resumen, esta mañana, tras tres horas de sueño ininterrumpido, no sólo me sentía cansada, me sentía muy, muy vieja. Apocalíptica. Tras reptar hacia la cocina y pensar que dos cafés no bastarían (quizá con los cables de arranque del coche, como en el chiste...), la guinda sobre el pastel: Victor.
Victor es el gato albino de mi vecina de arriba. Aparte de necesitar un tinte, Victor necesita una terapia urgente, u otra dueña. No es que mi vecina le maltrate, no. Es una chica encantadora, mi vecina. Pero en un momento dado, debió de leer un artículo en una revista sobre los efectos benéficos del aire fresco para la salud del felino doméstico. Resultado: todas las mañanas, a unas horas indecentes, Victor es expulsado al balcón. Afrontémoslo: a Victor el aire fresco se la refanfinfla. Odia el mundo exterior. Odia el maldito balcón. Y odia que su dueña, con ese espíritu higiénico tan quebequés, haya decidido que durante una hora, hay que tomar el aire. Mi encantadora vecinita cierra la puerta -sin gatera- y desde ese preciso instante, Victor comienza a maullar. Sus maullidos son angustiados, patéticos, trágicos. Victor maúlla como si le estuvieran pillando la cola con una puerta, destripando vivo, o peor aún, obligándole a escuchar los grandes éxitos de Céline Dion.
Cuando tengo la mala fortuna de estar tomándome el café fuera, Victor busca solidaridad, una cómplice, saca la cabeza por los barrotes del balcón, y aúlla con toda su alma, mirándome fijamente con sus ojos pálidos, pidiéndome que lo salve. Esta mañana, tras la noche de muestrario sociológico enfrente del dormitorio, he devuelto la mirada a Victor con una mezcla de compasión e impulso felinicida, y me han dado ganas de gritar: -"¡Liberad a Victor!"
Mi vecino Victor, albino y mártir.
13 comentarios:
Pobre Victor!!! jajajajaja...me lo imagino a aullido-maullido limpio a esas horas y me da una penitaaaa...
Bueno, tu también me das penita que tus ojeras deben dar para hacerse una echarpe, pobriña!!
De todas formas que sepas que me acabas de cambiar la tarde, estaba yo con dolor de cabeza, malas pulgas y poca paciencia (y estoy en el trabajo y cara al publico, necesito muuuuchaaaaa paciencia, lo juro por Snopy) y ha llegado tu post y plin!!! me has echo reir!! no te preocupes en mi trabajo ya saben que no estoy muy bien del tarro...
Un beso enorme, y yo hablaría con tu maravillosa vecina, que Victor se merece estar encerrado toda su vida si quiere, que caray!!
Voy a trabajar (o en su defecto a disimular un poco...shisssss)
Besos
Maite
Existe un bonito libro que se puede aplicar a tu problema:
ED Anagrama
Autor: Bond, Simon
Titulo: Instrucciones para 101 usos de un gato muerto
Maite: pues encantada de haberte alegrado la tarde, espero que dentro de poco este blog sea declarado "de utilidad pública" :-)... ahora en serio, yo trabajé durante un tiempo en una conocida línea aérea canadiense, en el suplicio -perdón- servicio a la clientela, y desde aquella experiencia, cuando me encuentro con alguien que trabaja cara al público, mi corazón se llena de una comprensión-empatía-compasión dignas del Dalai Lama.
Ata: gracias por la, euh, sugerencia bibliográfica. Y no te olvides de tomarte la medicación, eh? :-)
Jo! definitivamente tu noche ha sido mucho, pero mucho peor que la mía...y yo que me quejaba esta mañana ;P
Ehhh..., esto..., yo pasaba por aquí pero viendo cómo está el patio... casi que prefiero volverme a mi blog a iluminar al mundo desde allí.
No sin un grito revolucionario ¡Free Victor!
Bueno... nosotros teníamos a las p**** en nuestro rellano, así que sufríamos las llamadas a las tantas de los clientes... ¡¡¡VIVAAAAA!!!
Después, en ese piso se instaló una pareja que les dio por discutir a berridos a las tantas, del patio común a la ventana... ¡¡¡REVIVAAAA!!!
En fin, como dice mi hermana, el mundo sería mucho mejor si todo el mundo usara tapones para las orejas.
Lía: bueno, al mnos esta noche no ha habido pelea de pelanduscas a mi ventana... sólo que la vecna ha decidido sacar a Victor a las cinco y media, con un par... he aprovechado y le tomado una foto.
Noema: ya sabía yo que tú te apuntarías a esta noble causa... oye, y si empiezo a hacer camisetas ("Free Victor"), y recoger firmas, piensas que la vecina lo dejará dormir tranquilo en el sofá? (Y a mí, de paso)
Ve en paz, e ilumina al mundo. Lo necesita. :-)
Marona: ah, yo pensaba que las "pilinguis" -como dice un amigo que es sensacional en eso de inventar eufemismos- de Salzsburgo al menos cantarían ópera para atraer a los clientes :-) Me pega, así, que ofrezcan cochinadas a buen precio entre estrofa y estrofa de "Tannhäuser".
A los animalicos hay que hacerles casooooo,sino pasa lo que pasa,que molestan a los vecinos.Hay que tener ganas de echar uan foto a las cinco.
A mi también se me acaba la tolerancia y el buenrollismo cuando los borrachos de debajo de mi ventana empiezan a cantar flamenco muy, muy desafinado a las 3.Umhh, qué paciencia!.De ti, me leería el libro que te han recomendado más arriba.
Un saludo
Ahhhhhh..pobrecito Víctor...!! Que cabrona la dueña, echarle al balcón,,, desconsiderada...Imagino que no lo hará cuando estéis a 20 bajo cero, no??? En fin. Un beso
Buscando la bibliografía sobre el tema, he alucinado con lo que sale al hacer una busqueda con la palabras "matar gato" o similares (en ingles también...), una muestra
:
Resultados 1 - 10 de aproximadamente 2.140.000 de matar gato.
Resultados 1 - 10 de aproximadamente 4.620.000 de kill cat.
Parece que los gatos no son muy populares...
Cris: propongo que metamos a los cantaores de tu barrio y a Victor en un satélite, y los pongamos en órbita ya mismo.
Bea: como he explicado, mi vecina es básicamente buena persona, así que en invierno se le olvida un poco esta manía del aire fresco. Porque hay que decir que en enero, el aire, por fresco, es fresco. Frrresco, frrrresco, que diría un vasco ;-)
(*NOTA: "Ata" es la identidad secreta de mi hermano, que tiene un sentido del humor un tanto peculiar (que tristemente comparto,y con el que sigo riéndome, debe de ser una tara genética). Esta nota aclaratoria es para evitar que los habituales de este blog lo tomen por un "psycho" que escribe desde el sanatorio. :-).
Ata: qué vas a contar de lo que se encuentra por Internet... yo hace tiempo hice una búsqueda para encontrar recetas con calabacines -en inglés-, y me salíeron un par de páginas sobre Johnny Boy & his huge zuchini... que no daban recetas vegetarianas, precisamente.
Sé que no te gustan mis mininos, y que nunca te han gustado, pero la próxima vez que vengas a visitarme te voy a vigilar. De cerca.
Bueno, yo tengo un compañero de piso que ha descubierto lo que es echar un polvo con 26 años y tengo la casa invadida por su novia que se ríe-habla-etc a todo volumen y a las 4 de la mañana, aparte de andar por mi casa como si fuera la suya cuando la he visto 2 veces. Je.
En cuanto a Víctor (se llama como mi hermano), pobrecico, pero al menos su ama lo hace "por su salud". Una de mis vecinas ha tenido al gato 3 años viviendo en un balcón de 2 metros porque "dejaba pelos por la casa". Pues habérselo pensado antes de comprarse un gato persa de 400 euros señora. Al menos ha claudicado y el pobre gato (desungulado) vive ya dentro de la casa de su hija.
Vega: está claro que el ama de Victor no lo maltrata, es más bien lo contrario, lo quiere tratar tan bien, tan bien que...
En cuanto a tu compa de piso, si una conversación de adulto a adulto no surte efecto, yo optaría por el sadismo. Te cuento lo que a mí me ha dado muy buenos resultados: poner el despertador a las cinco AM (lo sé, es duro, pero merece la pena), y encender la radio-música a toda pastilla pegada a su pared. E irte a desayunar fuera. (Si tienes cerradura en la puerta de tu cuarto, ciérralo, por si las represalias...y para que no puedan apagar la música). Tras dos o tres días de este tratamiento, el interesado se muestra muy dispuesto a negociar un toque de queda tras el cual, deberá amordazar a su novia.
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