lunes, 10 de noviembre de 2008

Pérfida pasta a la puttanesca


ADVERTENCIA: NO LEER. ESTE POST ES MUY DESAGRADABLE.

Si sabéis quién es Lemony Snicket -afortunados, ya que su anonimato, al igual que el mío, está celosamente guardado-, sabréis que una receta inspirada de sus historias no puede ser una experiencia agradable. Si ignorando mis advertencias y todo sentido común, decidís seguir leyendo, no podréis decir que no os he avisado.

*******************

Una fría y lluviosa tarde de noviembre, la autora de este blog abrió la puerta de su vetusta mansión montrealesa, con la humedad propia de este mes, -en el que la lluvia y la nieve se codean, la una sin decidirse a dejar a la otra ganar la batalla-, calándola hasta los huesos. El crujido de los goznes -diantre, otra cosa que arreglar en esta decrépita barraca-, la oscuridad del largo y desolado pasillo y el maullido desesperado que la acogió, le indicaban claramente que monsieur M. estaba de viaje de trabajo, electrificando renos. ¿He dicho electrificando renos? No, su trabajo no consiste en ejecutar cérvidos, sino en llevar la línea eléctrica a las regiones más frías, salvajes e inhóspitas de Quebec.

La bella autora (vale, puedo permitirme una licencia artística ¿no? Es mi historia, al fin y al cabo) dejó el paraguas apoyado contra la pared ignorando su goteo, se quitó la boina de lana y los guantes, y colgó el abrigo húmedo de una percha. Un gato corpulento, (corpulento es una forma educada de decir gordo) el pelo anaranjado y atigrado, vino a frotarse contra sus tobillos. Julieta, la gata, la contempló desde el fondo del pasillo, con ojos rencorosos. Nunca le había gustado que la dejaran sola todo el día.

La solitaria lingüista en devenir aplacó la angustia de sus gatos llenando sus tazones de esas croquetas secas y marrones que comían desde hace seis años, y que no sólo no parecían cansarles, sino que seguían reclamando con ansia.

La lluvia repiqueteó contra el cristal de la ventana de la cocina, y una corriente de aire frío rozó la nuca de la autora. Toda la casa parecía lamentarse, con crujidos, chasquidos y otros ruidos cuyo origen era misterioso. Intentando no prestarles atención, se dirigió al frigorífico, cuyo contenido le pareció tan desalentador como el tono gris del cielo, en el que se extinguía la última traza de luz de la tarde. Un bote con restos resecos de mayonesa, media cebolla consumida y arrugada, un bote de alcaparras medio vacío, varios tomates moribundos, una lata de anchoas que llevaba ahí tanto tiempo como las piedras de Stonehenge.

La joven (más licencia artística, qué pasa) se estremeció, un escalofrío recorriéndole la columna vertebral. "Esta es una tarde siniestra, desagradable, casi fúnebre. Como la historia de los hermanos Baudelaire. Perfecta para un plato de pasta a la puttanesca." Y utilizando los cadavéricos restos de la nevera, y siguiendo esta receta, la cocina en penumbra se llenó rápidamente del olor acre y penetrante de esta salsa.


Justo cuando el tomate estaba casi en su punto, y la pasta flotaba en el agua hirviendo, la autora oyó un estruendo repentino que parecía venir del sótano. Durante un minuto pensó que los televendedores no llaman nunca cuando una necesita compañía. Armada de un pelapatatas y de mucho valor, abrió la puerta del sótano sin encender la luz, y miró al abismo negro del fondo de las empinadas escaleras. Al igual que todos esos adolescentes idiotizados de las películas de terror, volvió la cabeza un momento, hacia los gatos cuyas miradas fijas estaban clavadas en la suya, y dijo: "Voy a ver qué ha sido ese ruido. Ahora mismo vuelvo. Esperadme aquí."
Los dos felinos, impávidos, sostuvieron su mirada, con una expresión que parecía decir: "Pero mira que los humanos son gilipollas".

6 comentarios:

CRIS dijo...

Buenísimo Aratza, qué bien te la salen la parodias.No he leído nunca a Lemony Snicket pero hace unos años no paraba de ver a mi sobrina devorando sus libros con avidez,ahora se ha pasado a la saga "Crepúsculo" que parece que también tiene muchos adictos.

Un placer leerte como siempre

Ajonjoli dijo...

Hola Arantza,

acabo de leer tu post sobre "las alegrías de no ser madre" y me he partido de risa. No sabes cuanto me alegra, a mis 34 años, encontrarme con gente que piensa como yo, rodeada como estoy de treintañeros en plena vorágine procreadora. Yo también estoy harta de las miraditas de superioridad y de las preguntas indiscretas. De lo del "¿y vosotros cuando os animáis?" cómo si tener hijos hoy en día no fuera una opción sino una obligación. Yo, sencillamente, nunca he tenido instinto maternal, y me encuentro con gente que me dice que eso es imposible, como si ellos supieran mejor lo que pasa por mi cabeza....en fin. Muchas gracias, me encanta leerte, ser rara es divertido pero a veces anima sentirse un poco menos rara.
Otra egoísta desnaturalizada.

liuia drusilla dijo...

Qué miedo más pavoroso me da la pasta a la puttanesca, por eso no la dejo tranquila en el plato: la devoro bien para que no pueda defenderse y luego hasta mojo pan en la salsa, MUA JA JA JA (es mi risa de dominación mundial).

Pedro dijo...

¡Realmente terrorífica esta historia!
"Me se" han puesto los pelos como escarpias. Les he leido la narración a mis dos perras y a mis cinco gatos y están todos alrededor mio muertitos de miedo.
¡No tenía que haber elegido "tuzto", debería haber elegido "muedte".

Anónimo dijo...

Vaya, vaya, vaya....veo que ya no salen calabazas en el blog, pero detecto cierta reticencia a dejar pasar la "fiesta de los fantasmas y demas cosas que dan miedito"....no será que se acerca el momento en que viene el "gordo de Cocacola" y te cae mal ese señor? jajajajajaja....
Me encantan tus post!!! cada uno es mejor que el anterior!!! eres genial (y no es licencia poetica ni chuflas de esas...) y tienes un serntido del humor fantástico!!
Besos
Maite

Arantza dijo...

Cris: yo utilizo el inglés como excusa para atiborrarme a literatura juvenil. La saga de los hermanos Baudelaire está bien, pero es un poco demasiado "joven". En cambio, me he zampado "Crepúsculo" de cabo a rabo (los cuatro libros), y te diré que, a pesar de un relentillo de novela Arlequín para adolescentes, está muy bien -si una la lee sin pretensiones de leer gran literatura- los libros te mantienen enganchada hasta el final, hay mucho amorrrrrr ardiente y acción trepidante y finalmente, chica, peor es ver "Gran hermano" en la tele. Gracias por los piropos, es un placer tener lectoras fieles como tú :-)


Ajonjolí: tras ver los tropecientos comentarios que provocó -y aún provoca- ese post, creo que ni tú ni yo somos tan raras, al fin y al cabo. Encantada de haber hecho reír a otra del club de egoístas desnaturalizadas.

Liuia: eehmm, oye, ¿no estarás escribiendo una tesina, tú también (Bruto, hijo mío, je, je, perdón, es porque eres tú, no he podido contener el chiste malo)? Porque te noto un poco, no sé, alterada... ;-)

Pedro: vaya, no era mi intención traumatizar a la rama felina y canina de la familia. De todas maneras, no era para tanto, lo único que vi en el sótano fue el cajón de arena de los gatos, lleno... (¡¡AAaaaaahhhh!!!!)

Maite: rubores múltiples, tartamudeo azorado... jo, cuánto cumplido. No creas, soy bastante navideña (aunque Halloween me guste más, por ese punto siniestrillo que tengo), pero este post es porque noviembre es realmente un mes fúnebre en Quebec.