domingo, 4 de mayo de 2008

Papaya

Empezaré por avisos y noticias: como sigo teniendo una tesina por terminar, a la que se ha agregado un trabajo y los estudios en curso, no creo que pueda seguir escribiendo diariamente durante los próximos meses. Pero escribiré, escribiré. Me gusta demasiado, no os libraréis de mí.

Por un lado quizás sea mejor, estaba empezando a preocuparme el que pueda padecer de "postorrea". Tal y como podéis ver por la pancarta que he agregado a un lado de este blog, "Blogging without obligation", creo firmemente en hacer todo lo que pueda en la vida por puro placer, porque las obligaciones ya abundan. No quiero que escribir en este blog se convierta en algo fastidioso, como pasar la aspiradora. Así que si falto a la cita algún día, seguid visitándome, porque no estaré muy lejos. Y si nadie se pasa por mi cocina, no tiene mucho sentido cocinar, acabaré en las garras de los platos precocinados. Estoy segura de que no queréis que ocurra eso. Sssniff. (Tooma chantaje emocional :-)

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Casi todas las frutas que se encuentran en Montreal durante los meses de frío (¡casi la mitad del año!) son inmigrantes, como yo. Y son también producto de la inmigración, ya que la gente que ha ido instalándose en el país ha ido trayendo sus costumbres culinarias, enriqueciendo las del país.

Cuando estamos lejos, las recetas de "la tierruca" (guiño a Noema) nos calman un poco la morriña. No podemos fabricarnos un acantilado con mar, pero sí que podemos hacer una tortilla de patatas, un marmitako, y durante un rato la casa huele... a aquella casa de antaño.
Este cajón de sastre culinario es estupendo para alguien a quien le gusta viajar, pero que no tiene dinero para hacerlo. Servidora. Hacer la compra se convierte en unas mini-vacaciones.

Una de esas frutas exóticas es la papaya, cada vez más fácil de encontrar en los supermercados montrealeses. Que sea buena... eso es otro cantar. La mayoría de estas frutas maduran en las estanterías de la tienda, muy lejos del sol tropical.

La primera vez que probé la papaya fue en unas vacaciones en las islas Canarias, y esa referencia gustativa me ha estropeado para siempre todas las papayas que he comido por estas latitudes. La papaya canaria legendaria de mi memoria fue recogida delante de mis ojos curiosos, pelada cuando todavía estaba caliente por el sol, y mezclada con zumo de naranjas frescas. Indescriptiblemente buena.

Esta papaya tiene el mismo aspecto que tenemos por aquí cuando termina el largo invierno: paliducha. La como en ensalada con el mencionado zumo, intentando saborear aquélla de mi memoria.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro está mi gran amiga que la papaya de Montreal no puede ser tan sabrosa como la de Cuba ( e lo digo después de comer papaya adiario durante 1 largo año en aquella isla tropical). Es por esta razón que tenemos que intentar utilizar los productos de temporada y, además, los cultivados cerca de nuestro entorno y, para rizar el rizo, que sean cultivados de manera ecológica y respetuosa con el medio ambiente: ¡toma ya!
Me imagino que todas estas premisas si ya son difíciles en nuestro clima mediterráneo, tienen que ser heroicidades en un clima continental como el tuyo...pero haremos lo que buenamnete esté en nuestra manos.
A modo de anécdota te cuento con en Mercabarna (algo así como el gran centro de almanecaje y distridución de alimnetos "frescos" de Barcelona) existen salas de maduración rápida dónde dependiendo de la demanda son capaces de hacer madurar plátanos en una sola noche ¿ cómo te suena?
Yo no compro plátanos ya porque he pensado que ya los comeré en su medio si algun adía viajo a una zona platanera.

Txentxo.

The Intercultural Kitchen dijo...

Estáte segura de que no dejaré de pasarme, con permiso, por tu cocina, donde paso siempre unos ratos deliciosos y ESPERO que cada vez que escribas, lo hagas sin obligación. La verdad es que últimamente me estaba empezando también a preocupar por lo mismo que tú, por sentir cierta obligación por esribir, convirtiéndose la actividad en exactamente lo contrario a lo que debería ser, así que me adhiero completamente a lo que dices.
No he tenido la suerte de probar papaya fresca, recién cogida (perdón tomada) del árbol, hasta ahora sólo esas deslavadas que nos llegan hasta aquí, algún día ;-D
Gracias by the way por tu guiño y ¡nos seguimos leyendo!
Saludos
PD: Ya me ha llegado la peli "Waitress", esta semana la veré!

Anónimo dijo...

Perdón por los errores ortográficos.

Txentxo.

Lía dijo...

Mucho ánimo con la tesis!

Anónimo dijo...

Te entiendo muy bien. El año pasado por estas fechas yo estaba terminando mi tesina, je. Yo, al igual que tú, no me planteo el blog como una obligación. Algunas semanas me dedico simplemente a ver blogs ajenos, otras ni siquiera enciendo el ordenador... Además, cuando una no siente que tiene algo inteligente que decir, lo mejor es el silencio. Pues eso, guapa. Ánimo con la tesina, al final no es tan fiera como la pintan.

sumire dijo...

Hombre Txentxo dichosos los ojos que te leen!!
Bueno niña, eso de escribir sin necesidad es algo primordial, si no se convertirá en una carga mas como ir a currar por las mañanas.
Seguiré pasandome por aqui el dia que haya post ok, y el que no pues na, siga jugando hay miles de premios!!.

Arantza dijo...

Apreciado Txentxo: por supuesto que la idea "compra local" en principio es de sentido común, para la ecología y la economía. Pero hay un ligero detalle que explicar: en Montreal, que en Quebec es una ciudad "del sur" (el invierno es mucho más corto que en la mayor parte del territorio quebequés), las plantas están empezando a brotar AHORA, estamos a 5 de mayo. Normalmente empieza a nevar a finales de octubre, principios de noviembre. Echa cuentas. Verduras y frutas locales que se encuentran durante esos 6 meses de invierno: patatas, remolachas, nabos, calabazas (locales hasta enero, más o menos, luego ya no hay y se importan de México), zanahorias y coles (ídem que para las calabazas) y manzanas (normalmente, a partir de febrero las provenientes de Quebec ya son viejecitas). Como ves, a parte de tubérculos y raíces, de larga conservación, la opción es más bien limitada. Como yo no practico el talibanismo ecológico (y te aseguro que he visto jovencitos en el super que sólo comen local, imagino que tendrán un remedio contra el escorbuto...)y me gusta la variedad, pues me digo que la culpabilidad crónica probablemente es tan mala para la gente que habita este planeta como los problemas medioambientales. Así que como feliz mis acelgas mexicanas, boicoteo los productos USA cuando hay otra alternativa, pero, -abajo las ortodoxias- prefiero el ajo americano al chino, que viene de más lejos y es una mi?&%$, con perdón.
Ya ves, no tengo una línea ideológica recta. La mía está llena de curvas.Me has dado una idea para un post sobre los integrismos ecologistas en Québec (y cuando digo integrismo NO hablo por tí, guapetón), anota tus comentarios y guárdalos en lugar seguro, voy a meditar el tema y necesitaré tus opiniones.

Arantza dijo...

Noema, ma chère: pues gracias por verme, fuiste una de los primeros "desconocidos" que entraron en mi cocina, y me hizo mucha ilusión esto de hacer amigos a los que nuna he visto. La verdad es que todavía no había sentido esa "obligación" de escribir, pero quería frenar un poco antes de sentirla. Y la vida es muy corta como para vivirla mayormente delante de un ordenador ;-). Casualidad graciosa: hoy voy a recoger "Tortilla soup", tuve que encargarla, no la tenían en el videoclub :-D. Así que pensaré en tí esta semana. XXX
Lía y Vega: gracias por los ánimos, chicas. La bola esa que se me pone en el estómago cuando pienso en la tes&$¤¢ (biiip), disminuye un poco. Siempre tendréis una banqueta en mi cocina.
Sumire: yo te leo todos los días, aunque comente con parsimonia. Me digo que bastante doy ya la txapa en mi blog, como para imponerte mi escritura en el tuyo. Pero es estupendo eso de disponer de un "barómetro del alma" para saber qué tal va tu vieja amiga en la distancia. Uy, qué me pongo lírica. Rápido, un café.

jesús jeleton dijo...

También existe la versión Cronenberg del consumo de producto local, que consiste en devorar a sus tiernos y requetedesarrollados vecinos. Pero sólo comérselos, eh, que es Ud. una mujer casada.

sumire dijo...

jesusito de mi vida....
anda que no hay por ahi cada vecino que le entran a una unas ganas de hincarle el diente que pa que...
ah, que yo tambien soy una mujer casada.... ;D

Arantza dijo...

Jesus: pues esa peli de Cronenberg me la he perdido... suena bien :-) Me gustan tus novedosas propuestas ecológicas, cuando publique ese post sobre el talibanismo verdoso, tienes que darnos frescas sugerencias de ese estilo.
Sumire: aquí estamos hablando de comida, para cochinadas ya están los blogs de sexo :-)