miércoles, 14 de mayo de 2008

I've got the "one-more-washload-blues"

Cuando una decide dejar el trabajo -fijo- que tenía para volver a los estudios, todo ello apoyada solidariamente por su nada machista monsieur M., que está dispuesto a pagar las facturas y seguir pasando la aspiradora durante el tiempo que duren los dichos estudios, una se hace muchas preguntas existenciales. Preguntas tales que :

- ¿Seré demasiado vieja para volver a la universidad?

- ¿Me enmarujaré a fuerza de estar en casa? ¿Hay en mí un ama de casa que me acecha sin saberlo, que no aguarda más que la oportunidad de eclosionar? El enmarujamiento, ¿es algo innato, latente, o se desarrolla en condiciones propicias?

- ¿Me dará por empezar a ponerme rulos y una redecilla mientras estudio?

- Y más importante (y misteriosa) es la pregunta que formuló mi amiga Juana L. en uno de nuestros cursos de español : ¿adónde van a parar los calcetines que se pierden en la secadora? ¿Por qué se mete un par y siempre se saca un calcetín desparejado?

Juana L. formuló una teoría (en un español impecable, todo hay que decirlo, estoy orgullosísima de ella) : ¿habrá una dimensión alternativa, donde se congregan todos esos calcetines solitarios? Si la hay, ¿estarán planeando algo?

A lo mejor Jean-Pierre Jeunet decide hacer una película : "La ciudad de los calcetines perdidos" y me llama para escribirle el guión, salvándome de este ramalazo de señora de su casa que estoy atravesando en estos momentos.

Éste es el tipo de importantes reflexiones que suscita en mí el estar poniendo lavadoras un miércoles por la mañana, porque no sé qué demonios escribir en mi tesina, a una hora en la que las mujeres emancipadas están en el trabajo. Sólo de pensarlo, me da el eczema nervioso.

La casa tiene para mí un je ne sais quoi de agujero negro, que succiona la actividad cerebral y la creatividad, pero eso no está demostrado por ningún estudio concluyente, así que probablemente lo que tengo es sólo un trauma generacional. El consabido no-quiero-llevar-la-vida-que-llevó-mi-madre típico de la neurosis, según el psicoanalista que habla en la radio mientras hago coladas. Es una de las consecuencias de llevar esta vida de glamour y desenfreno que llevo ahora mismo.


Mi santuario privado y antro de psicoterapia: el lavadero.

14 comentarios:

Bea Roque dijo...

Querida amiga, lamentablemente no te puedo ayudar con el tema de los calcetines en la secadora (aquí no la necesito), esperaba que tu pudieras ayudarme, ya que a mí me pasa lo mismo con la lavadora... En fin, que yo me considero maruja por naturaleza.... y ojalá me pudiera quedar en casa marujeando... pero tengo que tener cuidado con lo que se desea... porque al final se puede convertir en realidad!!! Un beso. Bea

Lía dijo...

Ajá! el misterio de los calcetines perdidos, los míos se perdían en la lavadora aunque ultimamente los controlo metiéndolos en una bolsa de rejilla y no se me escapa ni uno ;P
Con respecto a la vida marujil..bueno, yo soy una pésima ama de casa pero a veces me gustaría no tener que levantarme todos los días para ir a un trabajo que no me llena pero que paga las facturas y estoy segura de que si no trabajara también me darían neuras tipo "acabaré como mi madre"...ea! que me temo que esto no te ayuda en nada, pero dicho queda.

sumire dijo...

Coge el portatil y sal de casa ya! cambia de aires que a este paso te llega antes el geriatrico que el fin de la tesina.

Bueno, por lo menos no fantaseais con compraros una casita y dedicaros a cuidar de la huerta y las gallinas.....

Anónimo dijo...

Lo peor es cuando a una le empieza a gustar más cocinar que salir de pingo, ver la tele en pijama que ir al cine, etc. Entonces una necesita un tratamiento de choque como ir a escalar el Everest o salir de parranda con los amigos más locos que se tengan. Señor, Señor, qué malos son los doctorados.

Marona dijo...

Totalmente de acuerdo con lo de que la casa succiona la creatividad, por eso yo acostumbro a escribir en las cafeterías y preparar clases en la propia escuela (donde el café es gratis, jejeje... estoy pensando en ir a escribir allí también, jejejeje). Un beso.

Sara dijo...

CAMBIA YA DE PSICOANALISTA:

ni la lavadora ni la secadora, son buenos en esta profesión.

Te arriesgas a acabar como Woody Allen pero con menos creatividad (o eso crees tu, que mira el post que te has marcado más chulo gracias al "agujero negro" al que le llamas casa).

Un besote y ánimos!!!!

Arantza dijo...

Bea: esto del marujeo debería ser pagado y opcional. Es decir : si te dieran un sueldito por marujear, como en tu caso es algo que te gusta, pues tú a lo mejor currabas de empleada de tu hogar tan ricamente. Los problemas empiezan cuando no es una situación elegida...

Lía: el trabajo no apetece todos los días, por eso lo llaman trabajo. Y por eso he vuelto a los estudios, para que me apetezca levantarme y currar casi todos los días. Contenta de ver que no soy la única con neuras ;-)

Sumire: guapaza : je ne comprends pas très bien la asociación entre la casita de campo ( de la que ya se habla, ya :-), de las gallinas, en cambio, no se habla, tenemos dos gatos y vivirían con mucho estrés) y el marujeo. Porque casa, se necesita una de todas maneras, mujer. Pero casita en el campo con Internet de banda ancha y a quince minutos de un cine, eso sí. En cuanto a lo de emigrar con el portátil, lo hago, lo hago. Gracias por la sugerencia.

Vega: lo de preferir cocinar a salir de pingo, hace ya siglos que me pasa, pero eso es la edad, mujer, no el marujismo. Pero tienes razón, esto de los estudios superiores no conduce a una vida excitante.

Sara: gracias por los ánimos. Me estoy planteando seriamente escribir algún capítulo de la tesina en el blog, por aquello de desbloquearse. No sé si a mi director le gustarían las recetas... a lo mejor llevándole una tarta de lima con merengue acelero las cosas...

Arantza dijo...

Marona: lo de preparar las clases en la escuela lo hice hasta que me harté de escuchar a los profes viborear sobre los ausentes. (Si es que en la escuela había un ambientazo...). Ahora que trabajo en un hospital, el ambiente no se presta mucho, y no puedo encender el ordenador, maldita sea. Mi último recurso es el patio trasero. Con el sol, en la pantalla no se ve una mi$%*a, pero al menos oigo a los pájaros...

sumire dijo...

Es que la asociacion casita de campo iba por mi misma que muchos dias tengo la tentacion de mandar todo a la mierda y dedicarme a plantar calabacines para hacerte compañia culinaria.

Maria Fernanda dijo...

Jejeje Lo que yo daría por un trabajo aburrido que me diera de comer todos los meses sin tener que preocuparme cómo voy a pagar la renta :S Tampco me quejo ¿eh? Y con eso de que la lavadora pierde mis calcetines acabaré en bancarrota sólo por reponerlos, lo bueno es que el verano se avecina por fin y ya no los necesitaremos (tanto).

¡Anda! Anímate y escríbete unas cuantas líneas al día (Dije escribe ¿eh?) yo aqui ando en las mismas... Así que sola pero acompañada ;)

a n i s h i dijo...

Calla mujer, no digas animaladas, disfruta el momento, quien inventó la palabra marujear????.
No sabes la suerte que tienes de tener a alguien que pague tus estudios, de tener la posibilidad de disfrutar de tu casa y al tiempo hacer lo que haces. Lo que pasa es que no estar de acuerdo con nuestra propia vida nos hace infelices y el ser humano disfruta siendo infeliz porque lo contrario no está contemplado en los libros.
Qué mejor que la casita de Sumire, ese es mi sueño, pero con banda ancha y bien comunicada, jajjajajja.
De la emancipación de la mujer hay mucho que hablar y no sé hasta qué punto ha valido la pena.
Un abrazo.
Ana

Arantza dijo...

María F: desviste esos deditos de los pies, que llevan todo el invierno encerrados en las botas. Pasa de calcetines :-) (¿Todavía os queda nieve en Québec?)

Ana: bueno, bueno, tampoco vamos a decir enormidades. La emancipación de la mujer era necesaria (¡y justa! :-), el problema es que en España, en determinadas familias-parejas se ha entendido mal . Hay gente que piensa que una mujer emancipada es una mujer que puede salir a trabajar fuera, y luego volver a casa y hacer todo el trabajo de casa (o casi todo). Vamos, que una mujer emancipada es la que ha adquirido el derecho a currar doble. Una emancipación así, tampoco la quisiera yo, nos ha jodido (uy! perdón!).

con Ka dijo...

Hace unos tres años que decidí trabajar en casa, y creo que todos los días me hago las mismas preguntas que tú. Yo no me preocuparía demasiado, al menos en mi caso el 'enmarujeamiento' sólo se hace visible en que le he cogido el gusto a la cocina. El resto de la casa no tiene nada que ver con la de mi madre (lo de limpiar lo llevo igual de mal que cuando estudiaba/trabajaba fuera de casa: Paso el aspirador cuando las pelotillas de polvo del pasillo amenazan con echar a andar por sí solas).
Ah, y para la falta de creatividad, salir a la calle, como ya han comentado por ahí arriba :D
¡Ánimo!

Arantza dijo...

Con Ka: pues gracias por los ánimos. Sigo currando, que hay miles de premios.