viernes, 3 de octubre de 2008

Antes de dormir

Yo que vengo de una ciudad pequeña en la que no tenía más contacto con la naturaleza que la vista cotidiana de los árboles del parque o la ocasional caminata montañera, me encuentro ahora latiendo al pulso de las estaciones, sintiendo cambios en el olor o la humedad del aire, en esa cualidad de la luz nórdica que hace que los que vivimos aquí desde hace tiempo sepamos que el calor se terminó, que el frío está a la vuelta de la esquina.

Hace un par de semanas empezamos a escuchar los gritos de las bandadas de ocas migratorias y de los gansos salvajes, volando en formación, cruzando el cielo sobre el patio trasero en esa forma de "V" decidida, con prisa por llegar al sur, a Florida, a México, a tierras donde el invierno es más clemente. Esa misma semana empezamos a prepararnos, a sacar y lavar los jerseys de lana, a encerar las botas, sacudir las parkas. Esa misma semana también, la temperatura por las noches empezó a bajar por debajo de los cinco grados. Aún tenemos esos días radiantes, con sol y calor, pero los gansos no se equivocan.


Las flores otoñales del patio, los crisantemos, nos obsequian con una última explosión de color antes del invierno, antes de dormirse, de enterrar las raíces profundamente, para escapar del hielo que aprisionará la tierra hasta un metro de profundidad.

Y las matas de moras y frambuesas nos regalan nuestra minicosecha. Tenemos incluso nuestra propia vendimia.


Dejaremos unos cuantos racimos para las ardillas, que se afanan como locas a llenar sus escondites con reservas para el invierno.

13 comentarios:

Pilar - Lechuza dijo...

Qué explosión de colores más estupendo!! Las frambuesas están con un aspecto muy apetecible. Aquí solo las consigo congeladas.Una pena
Un saludo

Lía dijo...

Me encanta lo de los gansos, ese si que es un buen detector de cambio de estación.
Niña, todas esas flores son de tu jardín? y frambuesas también! mmm, me tienes envidiosilla ;P

mon dijo...

Aquí también amenaza el frío ya, por las noches estamos a poco sobre cero aunque de día el sol caliente. Si, llega el invierno, sin duda...

Anónimo dijo...

Preciosas fotos como siempre!!! me encantan los colores e imagino los olores hummmm.....adoro el otoño!!
Pilar-lechuza, yo intenté plantarlas pero el clima de nuestra tierra no debe ser el más adecuado, me salieron frambuesas grandotas e insipidas, una pena! de todas formas sin congelar, eso si a precio de escándalo, las tienes en el super del Corte Ingles (como no!...)
Un beso
Maite

Anónimo dijo...

¡Qué envidia!
Sobre todo las frambuesas que son mi fruta favorita...
Aquí lo que notas es cuando la galerna va a entrar. Huele a mar a varios kilómetros...
Saludos

Anónimo dijo...

Cuando veo tus fotos de frambuesas y tomatitos y uvas y calabacinos y arándanos y tartas y ratatouilles deliciosas me doy cuenta de que mi vida es un asco. Aquí no hay nada de eso: ni estaciones, ni frutas, ni verduras merecedoras de tal nombre. Sólo playa y sol y volcanes.

¿Cómo quieres que te vote? ¿No ves que te odio?

Arantza dijo...

Pilar-Lechuza, Maite y María: pues en algunas regiones de España también se dan muy bien las frambuesas. Las primeras frambuesas que comí fueron en Galicia, y eran absolutamente deliciosas. Creo que necesitan un clima más bien fresco, y bastante lluvia. María: qué envidia, el olor a mar... lo que lo echo en falta.

Lía: Mi jardín es mayormente en tiestos, aunque tengo un poquito de tierra. En cuanto empieza a helar es todo un trabajazo el tener que cubrir las plantas para protegerlas del frío. Y las frambuesas son como las malas hierbas, de hecho, aquí en el bosque SON una mala hierba, las que planté vienen del campo, arrancas una matita y crecen como locas.

Quemona: perdona la curiosidad, pero, ¿desde dónde me escribes?

Lupe: bienvenida a esta cocina, y, uhm, gracias por el, er, amable comentario. Espera un momento, me está molestando algo en el cuello... ¡ah! ¡ya está! Era una aguja vudú, ¿cómo habrá llegado aquí?
Por dónde iba... ah, sí, creo que tienes que leer algún post más, especialmente esos donde menciono que aquí en Quebec, sí que tenemos estaciones, entre ellas el invierno, que dura seis (6) meses, cinco de ellos con temperaturas bajo cero continuas. Tenemos que tomar suplementos de vitamina D para prevenir algunas enfermedades que se producen por la falta de sol (en invierno hace sol y días luminosos, sí, pero a veinte bajo cero uno no puede exponer mucha piel a los rayos solares), y hacia febrero, la gente que, como yo, no tiene pasta para pagarse unas vacaciones en un país con un clima exactamente como en el que vives tú, terminan teniendo que tomar antidepresivos, bebiendo demasiado, o, como yo, comiendo feculentos y azúcar en cantidades industriales, engordando una media de 4 kilos, y durmiendo a unas horas ridículas, porque un efecto secundario de las pocas horas de luz y el frío es que se tiene sueño continuamente. Así que lo siento si buscabas empatía de "pobre-que-vive-en-un-verano-eterno-con-la-playa-a-dos-pasos" (vivo a tres mil kilómetros del mar), me temo que no la obtendrás de mí. Pero vuelve a visitarme y a repartir amor con tus comentarios cuando quieras. Salada.

Anónimo dijo...

Supongo que dicho así suena un poco bestia. Ahí va la versión 2.0, más pacífica. Me da una envidia enorme, fastuosa, que tengas cuatro estaciones, y árboles de colores cambiantes, y mercados maravillosos, y jardines, y huertos, y frutas y verduras de todos los colores, y marmotas y ardillas. Yo no tengo de eso. Tampoco tengo frío ni nieve, y es verdad que vivo al lado de la playa y voy descalza buena parte del año. Pero me gusta más lo tuyo.
No quería ser antipática ni clavarte agujas de vudú ni nada de eso. Me gusta mucho cómo escribes y cómo guisas.

Arantza dijo...

Lupe: no te preocupes, había leído entre líneas... ;-) Paz, chica volcánica.

canela dijo...

Pues yo también te envidio ¡ala! Teniendo un pequeño jardín no hay manera de que crezcan unas tristes buganvillas porque el clima es demasiado extremo en invierno y resulta que tampoco crecen ni frambuesas ni arándanos ni ninguna de esas frutillas rojas que tanto me gustan porque el clima es demasiado benigno ¿¿?? ¿Qué hacer? ¿Comprarlas? (Gracias, eso ya lo hago? Ya sé, me iré al Quebec que me parece una tierra muy civilizada y, además, hay unos bichitos simpáticos que me gustan un montón: ¿marmotas? ;)))

Anónimo dijo...

Paz. Y muchas gracias, mujer de las nieves. Y si tu marmota no responde al tratamiento, me la mandas para acá en una caja con seis agujeritos marca ACME, que ya la adopto yo.

liuia drusilla dijo...

Como ya se han expresado en todos los comentarios anteriores todo tipo de envidias malas, me voy a limitar a comentar lo que más envidia de todo me da de todas las fotos, para no ser reiterativa:
¡todo, me da envidia mala todo!
Bueno, las frambuesas un poco más ;).

Arantza dijo...

Canela: ya hablaremos de clima en febrero, ya. :-)

Lupe: el tratamiento parece haber funcionado, pero gracias por la oferta (una marmota en Lanzarote, ¿se adaptaría bien? me pregunto, vaya), aunque también puede ser que las heladas están empezando a caer, y que doña Marmota se ha ido a la cama hasta la primavera. En cualquier caso, el próximo episodio, en abril. Continuará.

Liuia: pero bueno, con las envidias, calmaos un poco. Yo también envidio los muslos de Naomi Campbell, pero hacerme mala sangre con ellos no hará que los míos dejen de parecer morcillas de arroz. Ni que deje de nevar hasta mayo.

El novio de María Fernanda, habitual comentadora de este blog, sabe bastante de agricultura. A ver si me encuentra una variedad de frambuesas que soporte bien el calor. Si sale algo, os lo digo. Prometido.