Ya que esta semana celebramos la fiesta del amor, osea, del amor que los centros comerciales tienen por toda fiesta que fomente el consumo desmadrado e inútil, ahí va una receta para vuestro churri. O para vuestros hijos, luces de vuestros ojos. Lo sé, mis textos no son lo que se dice muy elaborados últimamente, pero estoy intentando dejar de ser estudiante antes de alcanzar la edad de la prejubilación.
Los kisses son unos chocolates diminutos de la marca Hershey's, en forma de los clásicos "pedos de monja" españoles (a los lectores de "este lado": no, no es escatología, es repostería mezclada con anticlericalismo). Para darles un toque más festivo a las muy corrientes galletas de avena, se aplasta uno sobre cada pegotito de masa, y se hornea.
Ya, ya me han hecho notar que la forma de las galletas recuerda a algo... malditos obsesos.
La receta es la receta clásica de las oatmeal cookies, aunque os sugiero vivamente que reduzcáis la cantidad de azúcar de una taza (si no, vais a terminar diabéticos perdidos, la cantidad recomendada en la receta es realmente excesiva), y que aumentéis la de harina de otra taza, para compensar. La razón es que la masa sale bastante líquida, aunque el motivo puede ser las adaptaciones que hice para volver la receta menos grasa: sustituí un tercio de la mantequilla de la receta por puré de manzana cocida (gran truco que os recomiendo), y la mantequilla por aceite vegetal. Para la repostería de este tipo os recomiendo el aceite de girasol o de soja, de sabor más suave que el de oliva.
Estas galletas pueden congelarse y el resultado es muy bueno, no tenéis más que doblar las cantidades de la receta y darles forma sobre una bandeja y congelarlas en crudo sobre la misma bandeja (aseguraos de utilizar una que quepa en el congelador, yo me he fabricado un apaño con cartón). Una vez congeladas y lo bastante duras como para permitir la manipulación, las podéis meter en una bolsa hermética, y podréis hornear galletas cada vez que os apetezca sin tener que trabajar para prepararlas.
Pues eso. Besitos.
9 comentarios:
Cómo me he reído!!! Tú sabes todos los músculos que se ejercitan cuando uno se ríe verdad? Y la sustancia esa que se produce y que genera la felicidad verdad? Pues tú estás hecha de esa sustancia y si dices que tienes tantas lorzas como dices en casa de Marona, contigo hay para partirse el culo hija mía. Me encanta leerte, gracias.
Un abrazo.
Ana
Yupiiiii....más galletas para
este fin de semana...mi culo no pierde volumen, pero mi "churri" y mi hija estan encantaos!!!
Un beso guapetona!!
Maite
Jo que recuerdos de los besitos, eran mis preferidos de enana en méxico snif, snif,
me pido las galletitas que buena pintaaaaaaa
besin
alinita
¡He vuelto! Tengo mucho curro últimamente y no te leo tanto, Arantza... Qué buena pinta estas galletas, aunque con mi limitada cocina en París no creo que las pueda hacer... Una explicación filológica de los «pedos de monja»: vienen de Italia, donde se les llama «petti di monaca», es decir, pechos de monja... Desde allí entraron en Cataluña, donde el petti pasó a pets y de allí al castellano pedos. Tiene más lógica que sean pechos de monja, así, pequeñajos, ¿no? Cómo no, los catalanes somos los más escatológicos de la península, sobre todo en Navidades: que si hacemos cagar el «tió», que si el «caganer» en el belén, la mierda de pan de higo en Reyes, etc. Ya lo dice el dicho «Menja bé, caga fort, i no temis la mort.» ¡Besos!
Ana: glups, jo, uy (rubores intensivos).
Maite: ¡vivan los culos con volumen! ¡Y las mujeres en tres dimensiones, y las galletas calentitas recién salidas del horno!
Alinita: qué gracia, lo que para tí es un clásico de la infancia, para mí ( y para muchos lectores) es una novedad.
El retorno de Ander, nuestro pozo de sabiduría etimológica: qué bueno leerte, che. Y como siempre, una aprende una cosa más. Chico, me dan ganas de mandarte un horno, como a Lupe (una lectora que se lleva muy mal con el suyo), pero te digo lo mismo que a ella: no tengo un sobre acolchado lo bastante grande :-). Un abrazo.
¡Qué buena idea lo de la bandeja de cartón! Me lo apunto, me lo apunto.
Vente para acá y le explicas a mi divino consorte lo de las galletas y San Valentín, que el otro día me llega con una bolsa y me dice "un regalo para ti", la abro y eran dos cajas de pastillas para encender la chimenea.
Dame paciencia, Señor.
Ya siento comentarte en todas las entradas antiguas seguidas, pero es que he estado liada, se me han amontonado y me parecen todas tan interesates que no me puedo controlar ;).
Liuia: nada de disculpas, encima que te molestas en dejar un comentario... lo peor que pude pasar es que se me despiste alguno (tengo la tendencia a no mirar atrás, es muy útil en la vida, pero muy malo para asegurar un seguimiento a los posts antiguos
;-D). Sigue incontrolable. A tu socio regálale un centrifugador de lechuga en vuestro próximo aniversario. Verás cómo espabila.
Encontré tu blog por pura casualidad y me animé con las galletas de avena,riquisimas!!!!!. Estuve en Quebec(capital) hace unos años y me encantó, también por las mil islas precioso!!!!.Un abrazo, Pilar
Pilar: bienvenida a esta cocina, espero verte de nuevo por aquí. Siempre me encanta oír que alguien se ha lanzado a probar una receta de las que sugiero (porque no son creación mía) y que le ha salido bien. Espero traerte buenos recuerdos de Quebec :-)
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