Esta foto es de mi patio trasero, tomada desde mi cocina en Montreal, tal y como exige el título de este blog. Tenemos tanta nieve acumulada que ya no sabemos dónde meterla cuando paleamos (principalmente, para desenterrar el coche). Echadle un vistazo al cobertizo de herramientas. Es curioso pensar que ahí debajo hay una terraza en la que estaré leyendo y tomando un té en junio. Cuando una se levanta un 6 de marzo y lo primero que ve fuera es OTRA tormenta de nieve...sigh!.
Me gustan la nieve y el invierno, con el tiempo me he ido adaptando y aprendiendo a apreciarlos, así como el cambio de estaciones pronunciadísimo en Québec, uno de los sitios del mundo en los que más nieva (hablo de medida de las precipitaciones). Si me fuera a vivir a un paraíso mediterráneo, probablemente echaría de menos estas estaciones espectaculares que ocupan tan a menudo la conversación de los quebequenses (o quebequeses :-).
Pero todo no es bravura nórdica. A partir de la primera semana de marzo el hartón es general. Es el quinto mes del invierno, y como no es raro ver nevadas a primeros de abril, es el momento en el que los quebequeses que pueden permitírselo se escapan una semana (esta semana, que es la de descanso en los colegios y universidades) a México o a Cuba, buscando el calor que hace ya muchas semanas que no sienten. Los que no podemos escapar, seguimos tomando fielmente nuestros suplementos de vitamina D y paleando las escaleras de la entrada. Dentro de poco es el desfile de la St. Patrick en Montréal, ciudad de ascendientes irlandeses (además de los franceses y escoceses), desfile que normalmente anuncia que la primavera está a la vuelta de la esquina. Eso y los productos del sirope de arce, que merece un post en sí mismo.
Por el momento, el color verde de la vegetación es un recuerdo vago, algo que nos parece imposible que vayamos a ver de nuevo. Pero ahí está, debajo de toda esa nieve, esperando a brotar... aunque más que un brote se asemeja a una explosión, cuando llega mayo.
Esto es lo que veo hoy desde la ventana de mi despacho.
Las fotos más abajo serán curiosas para los españoles: la primera es una souffleuse (literalmente: sopladora), especie de aspirador gigante que aspira la nieve, para después "soplarla" en un camión gigantesco que la lleva a un "vertedero de nieve", en el que se acumula en montañas gigantescas que son las últimas en fundirse. Esas montañas nos parecen criaturas de otro planeta cuando en mayo se ha deshelado todo el resto, ya que son lo último en fundirse.
Me gustan la nieve y el invierno, con el tiempo me he ido adaptando y aprendiendo a apreciarlos, así como el cambio de estaciones pronunciadísimo en Québec, uno de los sitios del mundo en los que más nieva (hablo de medida de las precipitaciones). Si me fuera a vivir a un paraíso mediterráneo, probablemente echaría de menos estas estaciones espectaculares que ocupan tan a menudo la conversación de los quebequenses (o quebequeses :-).
Pero todo no es bravura nórdica. A partir de la primera semana de marzo el hartón es general. Es el quinto mes del invierno, y como no es raro ver nevadas a primeros de abril, es el momento en el que los quebequeses que pueden permitírselo se escapan una semana (esta semana, que es la de descanso en los colegios y universidades) a México o a Cuba, buscando el calor que hace ya muchas semanas que no sienten. Los que no podemos escapar, seguimos tomando fielmente nuestros suplementos de vitamina D y paleando las escaleras de la entrada. Dentro de poco es el desfile de la St. Patrick en Montréal, ciudad de ascendientes irlandeses (además de los franceses y escoceses), desfile que normalmente anuncia que la primavera está a la vuelta de la esquina. Eso y los productos del sirope de arce, que merece un post en sí mismo.
Por el momento, el color verde de la vegetación es un recuerdo vago, algo que nos parece imposible que vayamos a ver de nuevo. Pero ahí está, debajo de toda esa nieve, esperando a brotar... aunque más que un brote se asemeja a una explosión, cuando llega mayo.
Esto es lo que veo hoy desde la ventana de mi despacho.
Las fotos más abajo serán curiosas para los españoles: la primera es una souffleuse (literalmente: sopladora), especie de aspirador gigante que aspira la nieve, para después "soplarla" en un camión gigantesco que la lleva a un "vertedero de nieve", en el que se acumula en montañas gigantescas que son las últimas en fundirse. Esas montañas nos parecen criaturas de otro planeta cuando en mayo se ha deshelado todo el resto, ya que son lo último en fundirse.
Bueno, tengo que palear las escaleras de la entrada antes de que venga el cartero y se rompa la cara.
2 comentarios:
Hola...suertuda...se ve muy bonito tu paisaje comparado al mío...además de uqe tengo las manos heladas :(
Maria Fernanda y olé:
y yo que creía que en vuestro bloque la calefacción se mantenía a temperatura tropical durante todo el invierno... Por cierto, he visto imágenes de Québec "city" en el "téléjournal", y parece que allí no aspiran la nieve, sólo la apartan... teniendo en cuenta que habéis tenido más de 4 metros en lo que vamos de invierno, ¿consigues ver algo por la ventana? ;-)
Besos y calcetines de lana
Publicar un comentario