Este fin de semana pasado comí fantásticamente, gracias a mi amiga Claudia, cocinera sin par. En el desayuno, me descubrió su riquísima versión del gruau / porridge.
Es un gruau frío : mi amiga deja los copos de avena -los naturales, no los precocidos- empapados de leche o de agua durante toda la noche. De esta manera, los copos se hinchan y no necesitan cocción. Por la mañana, añade un chorrito de leche (o de leche de soja), ralla una manzana, vierte un hilito de miel y espolvorea con almendras tostadas picadas. El día que comienza parece mucho más prometedor tras haber desayunado los copos de avena de Claudia.
La cena, para alguien no muy carnívoro como yo, hubiera podido resultar un poco intimidatoria. Jarretes de cordero al horno, con tomillo. Mmmm.
Y el postre, qué decir del postre... dejo que la foto hable por sí misma. Torta caprese, con coulis de framboises.
A ver si termina el invierno, porque para entrar en los pantalones de nieve me voy a tener que untar de vaselina.
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