Más nieve. Mi gata está en plena depresión -creo-. Ha adoptado la estrategia de cerrar los ojos y que la despierten en abril, cuando pare de nevar. Las ganas de imitarla me corroen. Duerme más de sus 15 horas diarias habituales, ha alcanzado el escalofriante récord de unas 18, con pausas para beber y comer. Lo sé porque mientras trabajo, veo su cesto, cerquita de mis pies.
Ahora mismo, con unos 5 cm. de nieve que se acumulan por encima del medio metro del fin de semana pasado, la miro y me sale una especie de haiku chapucero - el número de sílabas no es el propio de un haiku-:
"Afuera, cae la nieve.
La gata duerme en el cesto.
Fuera, los copos cayendo,
la gata sigue durmiendo."
Lo sé, no pienso dejarlo todo para vivir de la poesía :-). Mis vecinos de los USA tienen una frase de crítica divertida-mente ofensiva. A la pregunta: "¿Qué te parece mi poesía?" Responderían: "Euh, don't quit your day job".
Colette, una autora que escribiò en el francés màs bonito que he leìdo, aficionada a los gatos, (hasta escribió un libro titulado "La chatte"), decía que el tiempo pasado con un gato nunca es tiempo perdido. Tenía razón, de lo que no hablaba era de que ese tiempo parece cambiar de velocidad, se estira, se ralentiza. Un gato es un compañero de siesta perfecto. Imposible mirar un gato dormido y no tener ganas de secundarlo. Y el ronroneo...
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo y con Colette. O como dijera Unamuno: Mi gato nunca se ríe o se lamenta, siempre está razonando.
¡Quién fuera gato!
Marìa:
Si tù eres vasca, ya lo sabìa yo. Ese aspecto mexicano es para despistar ;-)Lo digo porque citas a Unamuno, que es vasco, ¡casi de mi pueblo! :-)
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