Stephenie Samborowski
Parece ser que uno de los objetos relacionados con la moda que obsesiona a más mujeres en todo el planeta, son los zapatos. Aunque no he buscado estadísticas para apoyar esta afirmación, si las necesitáis, puedo inventarme algunas rápidamente. Ventajas de haberme instruído en el método científico.
Si alguna de las lectoras se reconoce como una shoeaholic, (obsesa de los zapatos), o algún caballero es fetichiste de la chose, fomentaré vuestro vicio con un blog : Shoeaholics Anonymous
Éste no es mi caso personal, pero lo he observado tan a menudo, que he llegado a la conclusión de que la mayoría de las mujeres adoran los zapatos desaforadamente porque son lo único que les queda siempre bien .
En un mundo de vaqueros de talle bajo y pernera minúscula, pensados para adolescentes impúberes, de ropa interior liliputiense y biquinis concebidos para humillar a cualquier mujer que se precie de ser inteligente y equilibrada, los zapatos son un consuelo.
He reflexionado sobre esta falta de afecto mía hacia el calzado. Probablemente, mi carencia se debe a un problema hormonal, aunque sospecho que también tiene que ver con el tamaño titanesco de mis extremidades inferiores, de una anchura que hace que lo único en lo que entran fácilmente mis pies es en botas de Gore-Tex.
También debe de estar relacionada con mi incapacidad, desde que cumplí los 30, para sufrir lo indecible para estar guapa. En algún momento, durante este cambio de década, una parte de mí decidió que pasearme todo el día con zapatos que me provocaban un rictus de crispación en el rostro, no aumentaba mi poder seductor.
Desde que monsieur M. me regaló mis primeras sandalias Birkenstock -claramente con motivos corruptores ocultos-, mis pies, al fin felices, se esponjaron (literalmente, no los he medido, pero parecen más enormes que nunca). Con ánimo de conservar un cierto decoro, no las llevo con calcetines (ahem, al menos, no en la ciudad).
Por supuesto que cuando veo una de esas ninfas de piernas gráciles y finos tobillos, calzada con unos tacones de aguja imposible, saltando entre el tráfico con una ligereza pasmosa, siento una punzadita de nostalgia. Punzada que parpadea y desaparece, oculta por recuerdos de vuelta a casa descalza en plena noche, pisando colillas en la acera, porque ya no era capaz de soportar los tacones un minuto más. A las ninfas les dejo los nada sexy juanetes, calambres en el gemelo, dedos martillo y uñas encarnadas. Yo he optado por una vejez sonriente con pies enormes.
Todo lo dicho me lleva a mostraros, finalmente, lo que yo considero el mejor amigo de una chica: el chocolate. En dos fantásticas variedades.
Os dejo salivar. E ir al podiatra.
9 comentarios:
Comentario de un maduro. Este articulo esta escrito en la sección "de chicas".
Si mal no recuerdo el 16 de abril es tu cumpleaños, 36, pero parece, leyendote que tenga un par de decadas más. Arriba ese animo, mujer, total los tobillos finos son simbolo de perdición. Ya lo decía Leolo:
Porque sueño, yo no lo estoy, porque sueño, sueño, porque me abandono por las noches a mis sueños, antes de que me deje el día. Porque no amo, porque me asusta amar, ya no sueño, ya no sueño. Ya no sueño, ya no sueño, ya no sueño, ya no sueño. A ti, la Dama, la audaz melancolia que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciendolas al tedio, tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar, te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de una sombra de la mentira que tu misma me habías obligado a oir. Y la blanca plenitud no era como el viejo interludio, y sí una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad. E iré a descansar, con la cabeza entre dos palabras, en el valle de los avasallados.
Fragmento de L'avalé des avales de Réjean Ducharme leído en Léolo de Jean-Claude Lauzon
Anònimo maduro ;-)
Esta secciòn lleva el nombre "de chicas" y no "de mujeres", porque en lo que respecta a cosas como los tacones vertiginosos, las mujeres siempre seràn como chicas,cualquiera que sea su edad. En cuanto a la mìa, te diré que tienes buena memoria, pero que debes restar un dìa a la fecha del cumple, y un anyo a la edad. Y ya que estamos, no divulgues demasiado en pùblico, que una es coquetona y... celosa de su vida privada ;-)
Por cierto,"Leolo" es una peli quebequesa.Imagino que lo sabìas.
Me confieso adicta a ambos: a los zapatos y al chocolate. Y es cierto que adoro los zapatos porque siempre (o casi siempre) nos quedan bien.
Aran, ¿entonces el sabio Anónimo se equivocó cuando dijo: "Con tacones la vida se ve más alta" o es verdad? :P
Bueno, eso depende de los tacones. Lo que sí está claro es que se ve la vida con dolor de pies, tras una hora o dos.
No voy a hacer ningún chiste sobre la altura, que sé que hay susceptibles que me están leyendo... ;-)
Por qué no haces chistes sobre esto? es la única para mi de mejorar mi espanol "coloquial" digamos !
Entre los zapatos y el chocolate, prefiero el chocolate ! miamm miamm !
No te preocupes Annie, en este blog el español coloquial abunda (el de España sobre todo, mis amigos mexicanos son personas refinadas y escriben en un tono más elevado :-). En la entrada de ayer,por ejemplo. Te aconsejo investigar el término "movida", cuyo diminutivo aparece :"moviditas" :-)Es muy versátil.
Un saludote
Que de anonimos hay por aqui... que chicos tan pudorosos.
A mi los zapatos ni fu ni fa, es algo que hay que ponerse en los pies para no hacerse daño cuando uno camina.
No salivo viendo el escaparate de las zapaterias, casi todo me parece horrendo, un instrumento de tortura o ambas cosas.
Ahí, ahí, mi sensata amiga Sumire. Y del chocolate, ¿qué nos dices? ;-)
el chocolate igualico que los hombres... cuando mas negro mejor y sobre todo cuando a una le entra la depre (lo siento por los amantes de lo politicamente correcto)
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