martes, 27 de enero de 2009

Shut Up, Stop Whining, and Get a Life.

Imagen de Ed Polish & Darren Wotz

Debo advertiros que esta entrada muestra mis intimidades más bochornosas hasta un punto sumamente embarazoso. Pero creo que va bien con el mes de enero, los propósitos para el año nuevo y los regalos recibidos en Navidad con los que no sabemos qué hacer.

Permitidme un preámbulo aclaratorio:

Nunca he sido capaz de soportar los libros de Richard Bach. Libros que me regalaron amigos que, por otra parte, considero encantadores e inteligentes. "Siddhartha" fue el libro que menos me gustó de Herman Hesse. Y Paulo Coelho me pone de los nervios. Cuando lo leo, me provoca urticarias, eczema, irritación aguda y un tic nervioso en el ojo izquierdo.

Ya, ya sé que siempre despotrico contra los apóstoles de la New Age, contra "El secreto" y toda esa gente que se forra asegurándonos que han descubierto el secreto de la felicidad. Sin embargo, necesito salir del armario, en todo mi esplendor paradójico : SI, yo también tengo LIBROS DE AUTOAYUDA.

También llamados en francés -en Quebec- libros de psico-pop, de developpement personnel, toda la vida he considerado estos libros como la comida rápida de la cultura o la filosofía, la porno de la espiritualidad, la novela Arlequín de la psicología . Siempre los había mirado con una mueca despectiva, un alzamiento de ceja autosuficiente, una sonrisa burlona.

Pero desde que vivo en Canadá, me ha pasado algo terrible: cuanto más estudio, cuanto más películas veo, cuanto más leo, más me siento incapaz de escribir sobre literatura, sobre cine, sobre arte. Me paso por algunos blogs que hablan de cine o de literatura y en la mayoría, -salvo algunas muy honrosas excepciones, o salvo en los blogs de creación literaria-, no siento que hay simplemente una voluntad de sacar a la luz autores para que la gente los lea y los disfrute tanto como el autor del blog, no. Siempre hay un fondillo de autosatisfaccción -oh, esa peligrosa autosatisfacción de la treintena o la cuarentena-, un relente de "para-que-veais-lo-cultivado/a-que-soy-no-todo-el-mundo-se-sacude-estas-lecturas-¿eh?", un tufo de ego que necesita ser satisfecho y acariciado, tufo que cada vez me resulta más difícil de respirar.

Todo ello provoca que tienda a guardarme para mí mi opinión sobre mis lecturas "elevadas" o las pelis "serias" que veo (por ejemplo, podría deciros que "El lector", la película basada en la soberbia novela del mismo título), es una muy buena película, que trata fantásticamente el tema de la culpabilidad histórica y personal, de la responsabilidad, y de cómo nadie puede permitirse juzgar al prójimo, pero ya hay suficiente gente que os hablará de ella, y mi opinión no es especialmente interesante.

Tampoco vayáis a hacerme mucho caso, y sobre todo que este post no os desanime de la lectura de otros blogs con mucho fundamento. Esta forma de pensar es lo que probablemente ha motivado que nunca me haya decidido a "vivir del arte", y lo que ha provocado que me apasione la enseñanza. Pienso que la mayoría de la literatura, del arte plástico y del cine que se produce hoy en día viene de gente que no se ha sentado a pensar, ni ha vivido el tiempo ni las experiencias suficientes como para tener nada interesante que decir, o con un ego tan enorme que explica el por qué esos artistas creen firmemente que sus pelusas ombligueras más íntimas son de interés público, yo entre ellos. Jo, qué afirmación, dirán algunos.

Eh, sí. A lo mejor para ser artista uno no necesita tener realmente nada que decir, sino una formidable inconsciencia sobre la futilidad de decirlo. Si es así, me alegro de que existan ese tipo de inconscientes, porque las pelis de Capra, de Woody Allen, de Boyle, los libros de Colette, de Austen, los cuadros de Hopper, de Warhol, de Friedrich, han hecho que mi vida sea más feliz, más rica y menos solitaria. (A los que acechan los nombres que doy, para evaluar solapadamente mi nivel cultural, os muestro cordialmente el dedo medio de la mano y os animo a releer este post, lo necesitáis, va justamente dedicado a vosotros. Es imposible cerner y reducir las complejidades de una persona con tres nombres lanzados al azar. También podría haber dicho Agatha Christie, "Walle-e" y Mortadelo y Filemón, o Boris Vian, David Lean y Satrapi. Treinta y seis años de vida dan para leer bastante... pero jamás suficiente).

Quizá todo esto explique que las únicas formas de arte/artesanía (depende de vuestro punto de vista) que me apetece comentar por aquí son totalmente intrascendentes, como los cómics o las novelas policiacas. La creación intrascendente, con la humilde intención de divertir, me parece una de las más honestas y loables. Cuanto más envejezco, más aprecio la humildad, quizá porque es algo a lo que aspiro de verdad. Por eso hay por ahí tantos grandes autores de novela policiaca que han tardado en ser reconocidos como soberbios escritores.

Y por eso escribo un blog cocinillas, que no culinario. Como afortunada que ha crecido en un país con un sistema de educación pública bastante aceptable (al menos por aquel entonces), tengo una visión bastante socialista de la cultura: adquirir, transmitir y producir cultura no debería servir para crear una élite de elegidos que tienen acceso a una serie de obras a las que el común de los mortales no puede acceder, debería servir para enriquecer sus vidas, ampliar su visión y comprensión del mundo, convertirlos en seres humanos más felices y con más herramientas de expresión y de desarrollo personal. La cultura como elemento unificador, no de alienación, de diferenciación -en el sentido de crear castas culturales-. Si la cultura se convierte en un bien de lujo, podemos lanzar al retrete la idea de la educación pública y tirar de la cadena. Hay quien elige la creación. Yo he optado por la alfabetización. Las dos opciones son necesarias (si no termino así, mis amigos artistas no me vuelven a hablar ;-).

De ahí que me ponga de los nervios cuando leo a alguien que utiliza su lectura de los clásicos rusos o su apreciación del minimalismo como algo que lo eleva fundamentalmente por encima de la plebe, del resto de los mortales que ven por la tele "Sex & the city". Defiendo mi derecho inalienable de considerarme un ser humano medianamente inteligente que puede disfrutar de Tolstoi y de "Los Soprano" a un tiempo. Sin pedir disculpas por lo segundo, sin sentirme una raza aparte, descendiente directa del muslo izquierdo de Júpiter, por lo primero.

Queda dicho. Ahora, los libros de autoayuda:

Cuando llegué por primera vez a Montreal, y monsieur M. me abrió la puerta del apartamento que compartiríamos durante un año (hasta mudarnos a esta barraquita semiderruída y partir al gran norte poco después), lo primero que hice en cuanto me dejó una hora sola fue echar un vistazo a sus estanterías. Que una cosa es el flechazo, y otra muy distinta vivir con alguien, y descubrir que es un psicópata obsesionado por la pornografía zoófila, o que sólo lee a Bárbara Cartland, o que no lee, punto. Eso para mí es el punto sin retorno. Cuál sería mi sorpresa al ver que, entre sus abundantes volúmenes de filosofías orientales y budistas diversas, entre títulos como "El libro tibetano de la vida y de la muerte", o "El infinito en la palma de la mano", "Koans zen", o incluso "El Corán" o "Historia de las religiones", se escondían cosas como "Los hombres vienen de Marte, las mujeres de Venus","El arte de la soledad", o el gran hit quebequés: "Père manquant, fils manqué".

Este hallazgo me pareció mitad enternecedor (viniendo de un inmenso hombretón como él), mitad embarazoso, algo así como cuando tu pareja descubre, tras poco tiempo de convivencia, que eres adicta a una telenovela, o que roncas sonoramente. Monsieur M., intrépido quebequés que se asume sin complejos, no tiene ningún problema para reconocer esas lecturas , y si una lo piensa detenidamente, no hay nada especialmente vergonzoso en ello, no más vergonzoso que cuanto yo me trago series de libros infantiles como las "Crónicas de Narnia" con la excusa de leer en inglés, o mis novelitas de chick lit. Que no sólo de Pasternak vive el hombre -bueno, la mujer-, y en mi caso, desde la vuelta a los estudios intensivos, la literatura comercial y de pura diversión ha copado mis lecturas. No, decepcionados lectores, no soy un dechado de cultura. Tampoco soy una rubia pulposa, ya puestas a decepcionar.

Este tema de lo que leemos-vemos en la tele-en el cine de verdad y que nunca reconoceríamos en público, es materia para un post en sí mismo. Dentro de poco en sus pantallas (bueno, monitores). Que no quiero perder el hilo. A lo que iba.

La primera vez que pisé una -enorme- librería en Montreal : el tamaño de la sección self-help me alucinó, tanto como el hecho de que se mezclaba lo que yo considero como pseudoliteratura con libros respetables, como los escritos del Dalai Lama. En esta parte del planeta donde la comida es rápida y existen los autocines, donde Ikea hace furor, la autoterapia se exhibe sin ningún pudor. La gente se compra esos libros que son la llave Allen para solucionar sus neurosis, y no le da ningún apuro de charlar sobre ellos (¡y prestárselos!) a los amigos.

En un país en el que no se ve a nadie desnudo en la tele ni en las vallas publicitarias, esta indecencia me sorprende.

Yo no he llegado a ese nivel de impudicia, de hecho creo haber terminado de leer sólo uno de esos libros (imagino que me aguarda una vida de horrible desequilibrio emocional). Pero el hecho de haberlos comprado ya es grave de por sí.

El primero que compré - y el único que terminé- fue por su título provocador y un poco punky: Shut Up, Stop Whining, and Get a Life. ("Cállate, para de quejarte y búscate la vida").

Lo único bueno de este libro, en sí mismo bastante malo, -son consejos que vuestra madre podría daros completamente gratis, prácticamente en el mismo tono- es la irritación que muestra el autor hacia sus posibles lectores. Éste no es uno de esos libros en los que se agita un poquito tu triste pasado con tus vivencias dolorosas, para después aplicar un bálsamo reparador y hacer las paces con tus traumas, no. Este libro es un capón emocional en toda regla, un cachete psicológico.

El tipo que lo ha escrito parece estar hasta el gorro de escuchar a la gente quejarse durante sus conferencias (él es... motivador de profesión, lo sé, esto va de mal en peor). Se define a sí mismo como "el pitbull de la autoayuda". Sólo hay que ver su foto en la portada, tiene todo el aspecto de un líder espiritual, la sabiduría en persona. Tenía todo para caerme bien, vaya. Así que explica durante 228 páginas que si te va mal en la vida, es principalmente culpa tuya, chacho. ¿Estás gordo/a? Come menos. ¿Te ha dejado la novia/o? Probablemente eres un plasta con el que es insoportable vivir. ¿No tienes un chavo/duro/euro? Deja de ser un cretino, estudia, búscate un buen trabajo, cepíllate los dientes.

Sutil, ¿eh? La verdad es que obtuve un cierto placer malsano leyéndolo, para qué voy a mentiros, y estoy básicamente de acuerdo con la tesis a la base del libro : la responsabilidad personal. Aunque hay formas más interesantes de elaborar sobre el tema. Así que reincidí. Me compré otros. A fin de cuentas, este tipo de libros parece haber sido muy útil para Bridget Jones. Y conozco personas a las que aprecio mucho que juran que su vida ha cambiado gracias a esa lectura. Caray.

Estoy preocupada. ¿Dónde voy a ir a parar? ¿Acabaré comiendo hamburguesas en Wendy's? ¿Leyendo la biografía de Rocío Durcal? ¿Viendo Loft Story -el "Gran hermano" de la tele quebequesa-? ¿Votando al PP?

Aquí van unas fotos de mi biblioteca de psico-pop, todo sea por satisfacer vuestro voyeurismo. Sospecho que se me nota la influencia de mi zen de marido. Pero si él ha alcanzado el nirvana, yo también quiero, faltaría menos.

Hala, echadle un vistazo. Y reíros, malandrines. Que sé que vosotros también tenéis alguno.

15 comentarios:

Lía dijo...

Querida Arantza, has escrito un post tan largo, tan interesante y del que comentaría mil cosas que creo que me voy a quedar con tu frase: Treinta y seis años de vida dan para leer bastante... pero jamás suficiente; y me voy a permitir hacer una recomendación:
Happiness de Will Ferguson libro que narra las desdichas de un editor de libros de autoayuda y que no me canso de insistir a mis amigos que lo lean.
Besos,
Lía
PD. Puestas a confesar, confieso haber leído con pasión a Richard Bach en mi adolescencia ;P

La Lupe dijo...

Yo con 16 años me dije, lúgubremente, "si alguien me vuelve a regalar 'Juan Salvador Gaviota' o una postal de cielos azules que diga 'Sé lo que quieras ser, ve donde quieras ir, vive', juro por Dios que me pongo a probar métodos de suicidio hasta dar con el más adecuado para mí".

Anónimo dijo...

Entro en tu blog desde hace poco; por la cocina, empecé.
Pero hoy me sorprendió este post.

Yo soy de esas avergonzadas de los libros de autoayuda, tengo alguno, sí; pero he de confesar que aunque los empiezo no consigo terminarlos. De todas formas me ha encantado el título del primero que muestras. Me dan ganas de comprarlo o regalarlo a algunos autores de blog que son completamente lacrimosos.
A mi me indignan estas cosas ¿Cómo es posible que teniéndolo todo te pases 2 años escribiendo en un blog sólo para lamentarte?

Cállate, deja de quejarte y búscate la vida. Es perfecto.

Muchas gracias por esa energía y buen humor que dejas ver. Un saludo desde Asturias.
Esperanza

Anónimo dijo...

Ay!! Arantza, que pozo de sabiduria por Dios!!! Pienso, si no exactamente lo mismo (que sería abusar) practicamente igual que tu...(recuerdese mi adoración de Asterix o mi indisimulado amor a Le Petit Nicolas). Pero cuando me has ganao pa los restos es cuando has dicho que no puedes con Coelho...que ya pensaba que era yo sola y que era rara (bueno más rara de lo que ya sé que soy).
En cuanto a los libros de auntoayuda yo me lei prestado y recomendado por una enfervorizada amiga fué "¿Quien se ha llevado mi queso?" el cual no me ha cambiado la vida pero tampoco me hizo pupa el leerlo...pero vamos, que si hay que leer otro se lee u punto ;-P
Un besazo guapa
Maite

ata dijo...

Un dia hice esta cuenta:
Digamos que leeré durante unos 30 años (luego me dedicaré a la PlayStation).
Pongamos que leo 12 libros al año.

Nos da un total de 360 libros por leer.

Cuando empiezo un libro al de pocas paginas me digo ¿me está gustando realmente? ¿merece ser uno de esos 360? A la minima duda lo tiro y busco otro.

No me importa quien lo haya escrito, que digan/piensen de él .... Con todo lo que hay por leer (libros, comics, revistas, blogs..) no merece la pena perder un minuto en algo que realmente no disfrutemos.

Anónimo dijo...

¡Viva! Me uno a la legión a la que le sale urticaria cuando ve un libro de Paulo Coelho.
Pero tienes razón cuando dices que hay que leer de todo. (Yo leo hasta los prospectos de las medicinas... y cuando maqueto un manual del usuario del aire acondicionado para camiones...me lo leo, es inevitable....)
Mi pasión inconfesable son las novelas rosas de principios del veinte, esas en la que algo verde era que le besasen la mano a una....Jua, jua... Y las novelas policíacas. Para que veas que cuecen habas en todas las casas.
Saludos.

Marona dijo...

Ains, la cultura... hace unos meses fuimos a ver una muestra de cortometrajes y no había cristo que se tragara eso, pero mirábamos alrededor y todo el mundo ponía cara de "Ahá, claro, naturalmente... ¡muy interesante!" ante un plano fijo que duraba 20 minutos de unos adolescentes drogadísimos en un concierto. Yo pensaba o bien que soy una inculta o que me estaban tomando el pelo o que todo formaba parte de la misma performance (no encontré la cámara oculta)... jajaja
Menos mal que el sábado fuimos a ver otra muestra (sí, aún nos quedaron ganas, somos así de masocas) y encontramos artistas que realmente se quieren acercar a la gente y no mostrar lo sesudos y lo poco que sus deposiciones huelen.
Sobre los libros de autoayuda, me estoy leyendo uno, "Vivir sin miedo" del catalán Dr. Corbella. Ayudar lo que se dice ayudar, no lo hace demasiado, pero como está basado en casos de su consulta, una chafardea la vida interior de los demás y se encuentra padeciendo todos y cada uno de los síntomas que se describen. Me dijeron que eso es normal, que se llama "el síndrome del estudiante de psicología".
¡Un abrazo!

Lía dijo...

No puedo dejarlo pasar...me uno al club de las que detestan a Coelho.
Ay! que a gusto me he quedao ;P

Marmitón dijo...

¡Ah, Los Soprano, qué maravilla!.

¡Uf, Coelho, que plasta!

¡Ay, Rocío Dúrcal, qué bonito cantaba!

¡Y Le Petit Nicolas, con el que Arantza me inició en el (idioma) francés!

¡Y la cultura popular, los ombligos de los artistas, el ego de los blogueros, los libros de autoengaño!

¡Qué post, amigos, qué post!

¡Abrazos fuertes, querida!

alinitaxula dijo...

HOla Arantza, precisamente ayer hablaba sobre el tema , los libros de autoayuda y demás....
La peña se clava mucho con estos rollos y pierden el norte.
Me ha picado la curiosidad por el librito ese del Shut up ... jeej
Quien no ha leído alguno, te lo ha dejado una amiga o simplemente te lo pillaste en el Corte Inglés o el en Fnac en un día de bajón? ejejjeej
besines
Alina

Arantza dijo...

Lía: ya decía yo que tus -preciosas- fotos me recordaban un poco a Juan Salvador Gaviota... (ji, ji)... Yo me atiborré a Stephen King y a cómics de la Patrulla X, así que tampoco soy quién para reírme... el que esté libre de "junk reading", que tire la primera piedra. Tomo nota de tu recomendación y la busco, que tiene buena pinta. Gracias, guapaza. Y sigue recomendando, que soy toda oídos (bueno, ojos).

Lupe: Otra vez voy a tener que investigar y hablar con mi madre sobre si tuve una gemela y fuimos separadas al nacer... porque es que tengo la misma reacción visceral ante el mismo tipo de postal, oye. Ni siquiera la he superado con la edad adulta.

Esperanza: bienvenida a la cocina, pasa y toma siento, que aún quedan banquetas de sobra. Lo de las vergüenzas lectoras hay que erradicarlo, reina mora. Precisamente mi próximo post (inspirado por las reacciones que ha provocado éste), trata un poco más del tema.

Esperanza y Alinita: El libro que da título a esta entrada es malo. Yo os lo advierto, no sea que luego me pidáis un reembolso. Y es que yo le encuentro gracia a algunas lecturas basureras. Cada uno tiene sus perversiones.

Maite y María: no, si tras leer todos estos comentarios estoy empezando a sospechar que millones de personas detestan los libros de Paulo Coelho y no se atreven a decirlo, por pasar por alguien superficial y carente de vida espiritual...
Y yo de pozo de sabiduría, nada, vamos, pero es que ná de ná... El pozo más bien es Ata (comentario debajo del tuyo), mi hermano, el que se llevó una buena parte de los genes sabios.

Ata, tato: tu comentario me ha dejado "impresioná". Contiene más palabras de las que me has dirigido durante veinte años de compartir el mismo domicilio (de los cuales, unos cuantos compartiendo el mismo cuarto)... :-). Ahora en serio: tienes mucha razón. Yo me obligo a terminar cosas que no me apetecen, y a partir de ahora creo que voy a aplicar el mismo razonamiento que tú, que la vida es corta. Tendríamos que aplicarlo a todo lo que hacemos. Besotes fraternales.

Marona: fíjate que habiendo estudiado Bellas Artes se supone que yo tendría que jugar en la liga de "cuanto más conceptual, más mola", y no. Por eso soy una loca del cine y de la literatura. Sobre todo del cine, forma de arte popular y socialista donde las haya. ¿Para qué sirve comunicar con una obra de arte si el mensaje que intentas comunicar no llega? Entre la tan temida "nivelación por lo bajo" y la masturbación intelectual sólo apta para iniciados, tiene que existir un término medio, vaya. Y eso te lo dice una que se ha tragado (y escrito alguno, y traducidos unos cuantos) muchos catálogos de exposiciones, y que supuestamente ha estudiado para entenderlos.

Montagne: veo tus abrazos y los doblo (bueno, triplo, que ahora sois tres). Gracias, gracias. Menos mal que un amigo está de acuerdo, ando medio esperando comentarios indignados de mis amigos artistas. Con este post me he cerrado definitivamente las puertas a los salones mundanos (y ahora que lo pienso, a alguna que otra inauguración de exposición, y eso, como que jode un poco, porque dan canapés).

Arantza dijo...

Por cierto, se me olvidaba, Maite: yo no me he llevado tu queso.

de norte a sur et vice-versa dijo...

La primera vez que lei un libro de auto-ayuda fue precisamente Paulo Cohelo, y debo confesar que lo leí porque era un libro que estaba de moda. La verdad es que nunca he sido dada a este tipo de libros, quizás porque vengo del Caribe y las auto-ayudas no se leen, se practica en el dia a dia. Como ser tu misma en una sociedad caribeña y no morir en el intento? Nisiquiera a mi llegada a Montreal, y viendo el panorama social, me ha dado por ello. Soy de las que creo que hay que tener cierta informacion sobre algunos temas -gracias Arantza por resumir algunas cosas-, pero no creo que tenga que leermelos. Arantza, Seguiré leyendote y asi me evitaré tener que leer libros de auto-ayuda, esto me parece mas divertido y liberador.

liuia drusilla dijo...

Una cosa te digo, en relación a la gente que gusta de exhibir en público su sapiencia y de mirar por encima de la montura de las gafas a la gente, me fijado en qué es lo que tienen en común las personas a las que más admiro y aprecio y casualmente a ninguna de ellas le falta una cualidad que parece bastante escasa: la humildad. Mi profesor de la facultad favorito de todos los tiempos es una persona preparadísima, tiene una cultura vastísima, sabe de todo: desde la curiosidad más ignota de su especialidad hasta la mejor manera de podar una parra, pero lo que más me gusta de pasar tiempo con él es que es capaz de trabar conversación y amistad con la misma facilidad con un pastor de los Pirineos que con un profesor emérito de astrofísica de la antigua URSS. Hay un momento para cada cosa y es realmente una ciencia saber reconocerlo; parece que es más complicado expresarse con claridad y ser accesible a todo el mundo que sacar de paseo a la petulancia.
(toma ya)
Un beso.

Arantza dijo...

Norte a Sur: ya sabía yo que esto de contemplarse las pelusas ombligueras era un hábito propio de ciertos países ricos... gracias por el punto de vista caribeño. Un poco de temperatura caribeña no nos vendría mal tampoco, aquí en Montreal. ¿No crees? ;-)

Liuia: ésa es una característica común a todos los sabios personajes... mi director de tesina es así, tiene más doctorados que nadie que conozca, como dicen en inglés "he has more degrees than a thermometer", y cuando hablas con él tienes la impresión de que podrías continuar delante de un cortado, en un bar.