Si hay algo que me gusta de Canadá y de Quebec en particular, es su gran amor por la naturaleza, la manera en que ésta forma parte de las vidas de los canadienses, como si aún quedara en esta gente un poquito del patrimonio de esos primeros colonos, que con una valentía y una voluntad admirables, vinieron a instalarse en tierras completamente salvajes y desconocidas, partiendo de cero.
Y cuando digo partir de cero, no es sólo una expresión: la "época de la colonización", como la llaman aquí, no está tan lejos en las memorias quebequesas, aún hay gente que recuerda los relatos del bisabuelo que participó en los trabajos para desbrozar Abitibi, por ejemplo. Dejando a un lado toda la culpabilidad história y la corrección política sobre los efectos de esa colonización en la población amerindia autóctona, efectos devastadores que aún perduran, siento una gran admiración por esa gente (a veces familias enteras) que dio el salto transatlántico buscando una vida mejor.
Si uno se pone a pensar en las condiciones de vida en las que sobrevivieron y prosperaron esos colonos, le entra una vergüenza terrible cuando piensa que para nosotros, niños mimados de Occidente, un corte temporal de electricidad o de agua potable nos parece penoso. Paco tiene razón cuando dice que cualquier abuela de hace 60 a 80 años sabía arreglárselas mejor que nosotros.
Ésa es una de las razones por las que los quebequeses me llenan de admiración: han conservado un espíritu pragmático que me parece a un tiempo muy norteamericano y la herencia de sus antepasados. Un ejemplo: aquí una gran mayoría de la gente sabe construir y hacer todo tipo de bricolaje y trabajos en casa. Por bricolaje no quiero decir colgar un cuadro, sino construirse una casa desde los cimientos, montar la electricidad y la fontanería solitos. Monsieur M. no es una rara avis, él se ha construído tres casas y ésta la está reconstruyendo prácticamente entera. Pero eso es algo que muchos quebequeses -y quebequesas- son capaces de hacer. A mis ojos, ese saber práctico les da un aura de autosuficiencia que envidio. Y yo que para impedir que la cisterna del retrete gotee, pido auxilio...
No es una casualidad que el símbolo del Canadá sea el castor, animal mañoso y espabilado donde los haya. Hasta aparece en las monedas.
Aparte de que la población de castores es muy importante en Quebec, causando a veces grandes problemas con sus presas a prueba de bomba (literalmente, a veces los de Obras Públicas tienen que dinamitarlas, por lo sólidamente construídas). En esta foto, una de las presas construidas por castores (tomada en nuestro paseíto campestre del sábado):
El árbol cortado de la orilla es uno de los muchos "masticados" por los castores. Industriosos animalitos...
En la caminata también vimos setas con aspecto peligrosísimo...
...y culebrillas.
Toda esta reflexión del principio sobre lo de sobrevivir en la naturaleza , fue provocada por una película que vi hace poco, "Hacia rutas salvajes" ("Into the wild"), de Sean Penn. Es la historia (basada en hechos reales) de un joven americano, Chris McCandless, que partió a la aventura en Alaska con la romántica idea de vivir sin ningún tipo de atadura material, cual animalillo silvestre, vaya. Comiendo las bayas y raíces que pudiera recolectar y los animales que pudiera cazar. He conocido gente aquí que ha acampado en pleno invierno quebequés en el bosque, que saben cazar y sobrevivir, y he escuchado un número suficiente de historias lamentables como para saber que una gran parte de la gente que muere en la montaña o en el bosque lo hacen por falta de conocimientos, de preparación y, sobre todo, de respeto por la naturaleza; por esa arrogancia que nos hace pensar que controlamos nuestro entorno, cuando la gran mayoría de nosotros no es capaz de hacer fuego con un mechero, ni os cuento ya sin él. En fin, todo lo que pienso sobre el tema se refleja muy bien en el blog de Paco, leed la entrada "La alternativa McCandless", muy recomendable.
La película de Sean Penn es una película muy decente, pero si el tema os interesa, un must sería leer los cuentos de Jack London, uno de mis clásicos preferidos, especialmente "To build a fire". Os hará ganar un nuevo respeto por la gente que es capaz de arreglárselas lejos de la civilización.
7 comentarios:
Muy interesante el post...esa capacidad para construir casas, apañarse en todos los oficios y el pragmatismo de esas sociedades es algo que nos resulta tan ajeno por estos lares. Y no lo digo devaluando una forma u otra de vida, sino que simplemente me admira...hay que ver lo que influyen el medio natural en el que uno vive y la religión, no? porque yo no dejo de achacar ciertos rasgos de todo esto al protestantismo.
La película que dices no la he visto pero creo recordar haber leído el libro en que está basada hace un montón de años. Eso sí, me apunto a Jack London en mi lista de pendientes ;)
A mí también me admira esa capacidad, y me da envidia. Aquí en Austria hay mucha gente que tiene de eso un poco también, y todo el mundo cuida la naturaleza. Jo, así se puede tener un país hecho de tierra y árboles y no de cemento :(
Estando en el barco de mi amigo también pensé en lo mucho que dependemos de las comodidades como el agua corriente. Somos unos inútiles.
Un beso.
Hola.. que curioso que cuentes lo de la naturaleza y lo de la colonización... justo ahora me estoy leyendo un libro histórico que se llama " The island at the center of the world" que habla sobrte los primeros colonos Holandeses de Manhattan ( como no...)efectivamente es muy reciente... y claro que tienen que estar orgullosos de su naturaleza...Un tema muy interesante..
Lo de que la gente se construya sus casas y que sean Brico-friendly (término que acabo de inventarme) me parece sorprendente...me encanta la autosifuciencia!!!
En cuanto a los castores hace poco recibí un correo con una correspondencia sobre una demanda de cierto Ayuntamiento en Canadá (creo) a un vecino que por cuyo terreno pasaba un río en el que un castor había hecho una "presa". El Ayuntamiento demandaba al propietario del terreno por realizar las "obras" sin los permisos correspondientes... el constructor obviamente había sido un castor, jaja!!!!!
Definitivamente es muy interesante lo que cuentas en el post y me encanta ese título de "Into the wild", he visto otras películas de Sean Penn que me han gustado mucho, pero esta se me ha pasado, habrá que hacerse con ella.
En cuanto a lo de vivir/sobrevivir en el medio natural,creo que es un anhelo que lleva dentro el ser humano, es natural sentirlo pero creo que la mayoría hemos perdido esta capacidad de autoabastecerse en todos los sentidos de la tierra, estamos demasiado civilizados y poco conectados con nosotros mismos.
De la misma época que J.London está H.D.Thoreau con su "Walden" en el que cuenta como se aisló en una cabaña en el bosque durante dos años para tener una mirada objetiva sobre la sociedad.
Un saludo.
Lía: en realidad el protestantismo es la religión del Canadá anglófono, Quebec es una provincia católica. Aunque yo sí que creo que la proximidad con la cultura protestante les ha influído. Jack London era la única referencia literaria que tenía yo de estas latitudes del continente americano, y para alguien que quiera soñar con el gran Norte (con mayúscula) es una lectura estupenda. Disfrútala.
Marona: bueno, tampoco hay que flagelarse ;-)Yo ese "saber pragmático" lo busco un poco en la cocina. Cuando una saca del horno un plato apetitoso también está ejerciendo un trabajo manual primordial,¿no? Y que conste que lo de la cocina en mi caso no es por lo de que sea una tarea tradicionalmente femenina, que he intentado aprender a hacer mis pinitos con una taladradora-destornillador eléctrico. Pero siempre me será más agradable trabajar con materias primas más "dóciles" y blanditas, como son los alimentos. Cada uno hace lo que le gusta.
Bea: qué buena, la anécdota del castor, no la conocía... y el libro sobre los inmigrantes en Manhattan suena muy interesante, a ver si lo encuentro por aquí. Gracias por la sugerencia.
Cris: Thoreau es efectivamente una buena referencia cuando se habla de vida en la naturaleza... tiene también una especie de tratado sobre el caminar (parece que era muy andarín) que merece la pena de ser hojeado.
Hola Arantza, me encantaría conseguir este libro de Thoreau que dices porque yo también soy una gran andarina y de hecho quería hacer un post de eso, pero me temo que tendré que recorrir a Amazon.
Te he dejado una "cosita" en mi blog, pasa a recogerla.
Un abrazo
Cris: te doy la referencia original, a ver si te ayuda a encontrarlo (es muy cortito, más un mini-ensayo que un libro):
"Walking", de Henry David Thoreau, fue un texto que apareció por primera vez en la revista "Atlantic Monthly", en 1862. Y me paso ya mismo por tu blog, que tengo curiosidad.
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