Que quede claro: yo también los uso, para hacer deporte y estar por casa (en mi aversión sólo he mencionado su uso público). Como paso la vida delante del ordenador, me parece una vestimenta que tiene un grado de dignidad ligeramente superior a la del pijama. Pasar cuatro días por semana en pijama no es muy estimulante para el intelecto (aunque ya lo he hecho, ya...). Ni para la vida de pareja, sobre todo cuando la pareja llega y te ve intentando escribir la maldita tesina, sin haberte lavado la cara a las cuatro de la tarde.
Pero hay que tener cuidado: la "ropa blanda" puede ser muy adictiva. Cuando uno se acostumbra a una vida sin costuras, pinzas, plancha, cremalleras ni botones, unos pantalones con corte clásico pueden empezar a parecerle tan complicados como la fisión del átomo. Un día tengo que dedicarle una entrada al fenómeno de la "pijamización" de Occidente. El mundo necesita ese post, y se lo daré. Que no se diga que este blog no tiene vocación social.
Por todo lo mencionado anteriormente, me obligo a vestirme como para una boda cuando salgo a trabajar, por mantener el hábito, que no se diga. Y por eso no me proponen aumentos de sueldo. Probablemente piensan que estoy forrada. Jo. Tengo que dejar de ir a currar preparada como una reina.
Esto me hace pensar en otro fenómeno que le acecha a uno de forma solapada: la "chandalización" del cerebro. Ya, ya, que somos todos muy inteligentes e inquietos culturalmente. Y un rrrrábano.
En la foto podéis ver lo que pasa cuando la semana ha sido dura. Sin comentarios.
Cuando se llega a casa el viernes por la tarde arrastrándose cual molusco gasterópodo (limaco), todo lo que le apetece a una gran mayoría es lanzar una pizza congelada al horno y verse una peliculita hundido en el sofá, como un invertebrado, sin columna. Yo le propuse el viernes pasado a monsieur M. volver a ver ("volver a ver" es crucial en esta frase) en sesión continua dos pelis de Bergman, todo ello acompañado de un buen bordeaux y un platillo fino, algo exótico. Por mantener el nivel, vaya.
Tras ver que ninguno de los dos estaba por la labor de cocinar nada fino y exótico, la pizza entró a velocidad de freesby en el horno, casi se nos olvida quitarle el plástico. El tema de abrir una botella suponía buscar el sacacorchos..., bof, una cervecita y vas que ardes. Y tras cinco minutos de "Gritos y susurros", nos miramos y corrimos a la estantería a por las pelis de Indiana Jones.
Y así pasamos la tarde, embrutecidos, felices, él en su pantalón de pijama y yo en mi chándal.
12 comentarios:
Soy de las tuyas respecto a lo que el chándal se refiere. Es más... los pijamas, cuando más se parecen a un chándal, más cariño les tomo.
Abrazos!
¡Saludos desde Cala Ratjada (Mallorca)!
Encantado con tu visita, ¡muchas gracias! y no, no amenaces, visítame cuando te apetezca.
Vives en una ciudad preciosa, yo he ido infinidad de veces cuando estaba trabajando (he sido auxiliar de vuelo de Iberia)y recuerdo con agrado la Primavera, el Verano, el Otoño e incluso el Invierno de Montreal...
¡Pero ya estoy jubilado y se acabaron los viajes...!
Seguiré visitándote.
Un besote.
Sara: Ando buscando galletas María para hacer es postrecito que pusiste en tu blog (aquí son un tan exóticas, se encuentran, pero hay que buscarlas). Un saludo.
Pedro: Mallorca, una cala, me muero de envidia. Y cómo echo de menos el mar, sobre todo cuando hace calor, como hoy. Pues encantada de verte por la cocina, y espero que el blog te traiga buenos recuerdos montrealeses. Un abrazo.
Uy, Sara, quería decir "un tanto exóticas". Si es que hase musha caló, se me van las letras. (Sí, sí, un calor que te mueres, aquí en Montreal)
Que bien!!
Bueno, si necesitas que te haga un envío humanitario, avisa. Como se necesitan las galletas picaditas, no haría falta que las envolviera una a una con papel de burbuja.
Ya me contarás, si tienes suerte en la búsqueda!
Sara: se agradece muchísimo la intención, pero las Marías iban a salir a precio de percebes, y tampoco es plan. Pero eres un cielote por ofrecerte.
¡Cuánta identificación siento en tus palabras!
Cachissss... me has pillao, como la mayor parte del tiempo trabajo en casa, levantarme, encender el ordenata, acabarme el café leyendo algún que otro blog, trabajar un poquillo y ¡ostras! son las 5 de la tarde, oigo la llave de mi mozo entrando por la puerta que vuelve del trabajo y yo ni me he peinao todavía! Suerte tiene los días que me he pasado del pijama al chándal. Cuesta ponerse luego un vaquero apretado (que no ajustado) para salir! Y de la "chandalización" del cerebro (jajajaja, qué bueno) ni hablemos... pero oye, mejor Indi que Gran Hermano o la última aquí "Alemania busca Top Models". Besos, ;-D
Ander y Noema: no, si veo que esto de la "pijamización" y el "enchandalmiento" es un síndrome que trasciende fronteras y sexos... :-) Y sí, es verdad que hay cosas peores que Indi, y teníamos la excusa de estar preparándonos a conciencia para ir a ver la última, (si no vamos, monsieur M. llora).
Y creía que era yo la del jet lag, me he pasado toda la enfermedad acostándome tardísimo cara al ordenador y sin poder levantarme pronto al día siguiente. Noema ha resumido esta época de mi vida en un plis, vaya hábitos. Lo que tú dices, que ya no soporto costuras y me he acostumbrado a la comodidad del pelo de Dalai Lama que llevo, repito la experiencia y esta vez la he disfrutado con toda la naturalidad del mundo. Lo de la chandalización del cerebro no lo pillo, cuéntame algo más please. Te digo un secretito?, los vaqueros ajustados son muy malos para nuestras partes íntimas. Tú verás. Un abrazo y encantada siempre de leerte.
Ana
Ana: bueno, no te preocupes, que hay una diferencia entre vaqueros "pretos" y pantalones con cremallera y costuras. Para los primeros creo que ya se me ha pasado la edad, y los segundos, intento recordar que existen, al menos para ir a currar. Lo de la "chandalización" del cerebro, pues es lo mismo que la de la ropa. Que a fuerza de ser comodones, y sólo leer o ver cosas para distraernos, nos hacemos vagos y se nos olvida lo de que estimular un poco el coco con algún desafío es muy saludable. Porque los sesos son como los músculos, si no se usan, se atrofian...
Ahhhhhhh, debe ser que los tengo atrofiados que no entendía la expresión jajajajaja. Pero no decías que piensas una vez al mes?. Si te digo la verdad de un tiempo a esta parte algo de chándal lleva mi cerebro, sí que es cierto. Gracias por la aclaración amable.
Besos.
Ana
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