sábado, 12 de julio de 2008

Montreal tropical

Ejerciendo de nuevo de reportera más dicharachera en Montreal, hoy os voy a dar un curso acelerado -estilo Coco, y los que han crecido con "Barrio Sésamo" saben de lo que hablo- sobre el clima en Quebec, porque merece la pena. Y lo ilustro con esta flor tropical que en estos momentos reina en mi jardín (en maceta, ¿eh? Que si la dejo fuera en invierno, le da un tabardillo).
Las cuatro estaciones en Montreal (no se puede decir en Quebec, porque es inmenso y el gran Norte es otro cantar) funcionan más o menos así (calentamiento global aparte):

Invierno: de noviembre (suelen verse los primeros copos de nieve el 1 de noviembre, es casi automático) a abril. Seis meses. Así, sin anestesia ni nada. Los quebequeses bromean diciendo que en Quebec las cuatro estaciones son: esperando al invierno, el invierno, el deshielo -después del invierno- y el verano, cinco minutos. Pero exageran un poco.

Primavera : es una patraña, y sí que dura cinco minutos (de abril a mayo). Aquí pasamos de la parka al bikini, casi sin transición. No es broma, al final del invierno no es raro ver gente esquiando en pantalón corto.

Verano: tres meses, de junio a agosto, el más caluroso suele ser julio. Y cuando hablo de calor, no sólo hablo de la temperatura -que puede alcanzar fácilmente los 32 graditos-, temperatura que no impresiona en ciertas regiones de España, sino de la humedad, que es tropical. 30 grados con una humedad de casi 80% se sienten como 40.

Otoño: De septiembre -que es más una prolongación del verano que otra cosa), a noviembre. Magnífico, espectacular, no tengo palabras para describirlo. Especialmente el mes de octubre. El próximo haré abundantes fotos, que lo describirán mejor que yo.
Este es un país de extremos. El clima en Quebec parece de Bilbao, los matices no existen, todo es a lo bestia. Un frío que te mueres, un calor que te mueres. Como hoy. Es un calor tropical, de monzón asiático. Uno se diría en la jungla camboyana. Caen unas tormentas alucinantes, la vasquita que aún hay en mí espera que refresquen un poco el ambiente, y no, minutos después del tormentón, sale el sol de nuevo y la humedad que ha dejado se eleva en nubecillas de vapor, dando aún más esa sensación de humedad selvática. Por eso mi planta de hibisco está tan hermosa, se debe de sentir como en casa.

Este clima continental extremo, de estaciones muy marcadas, continúa sorprendiéndome, después de casi una década. Pero creo que ya no podría vivir en un sitio en el que las estaciones no se diferenciaran, echaría de menos los cambios. Cambios de ropa, de deportes, de productos en el mercado, de recetas. Se diría que uno no vive en el mismo sitio, de lo diferente que es la vida (y el paisaje) según la estación. En julio es la locura de las ensaladas como plato único, lo que sea con tal de que esté frío.
Como le decía al amigo Paco de Viena, en Montreal en verano no es que el desodorante te abandone, es que se compra un billete y salta en el primer avión a Noruega. En toda mi vida sólo he vivido dos veces la experiencia de sudar mientras me ducho: en Granada en pleno verano, y aquí, ayer. Nosotros, como los austriacos, tampoco creemos en el aire acondicionado, tenemos esta vena un poco masoca y nos va el sufrimiento. Monsieur M., porque él está eliminando el apego, y yo, que no lo he eliminado para nada, porque tengo una sinusitis crónica.
Tenemos unos ventiladores que siempre están llenos de pelo de gato (decimos que son de mohair) y yo he introducido la moda del abanico en Montreal, que, como todo el mundo sabe, es algo típicamente vasco (qué pasa). En el metro es un gran tema de conversación con señoras desconocidas (creo que ya os comenté el gancho que tengo con las abuelas), y con los años ya le he cogido el tranquillo y, depende del humor del momento, me abanico con coquetería (abanico en diagonal, cubriendo parcialmente el rostro, batiendo pestañas, flap, flap, flap); con mala leche, el estilo que yo llamo de "señora gorda", porque se pone el abanico a la altura del escote y una se abanica con golpes secos contra el esternón, produciendo un sonido irritado, clac, clac, clac. Es un estilo de señora gorda porque me da la impresión de que con un escote generoso en carnes queda muy bien, muy autoritario.
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Esta semana hemos sobrevivido gracias a cosas como esta ensaladita de pasta integral, aceitunas, pimientos asados, cogollos de alcachofa, queso feta, tomates naturales y secos, pepino, salmón ahumado, tomate, albahaca y tomillo de mi jardín.

Cuando aprieta el calor en Montreal, y la humedad sube del río Saint- Laurent como en miasmas y nubes de bruma, nos alimentaríamos solamente de cosas como polos de naranja y gazpacho, vía intravenosa. Monsieur M. y yo somos muy aficionados al gazpachito. Hacemos cacerolas enormes que nos duran varios días. El toque final: un poquito de crujiente de jamón para decorarlo y darle un punto de sal.


Ahora mismo, mientras sudamos tirados en el sofá, andamos meditando cómo hacer un helado de tortilla para cenar. Y un mojito.

11 comentarios:

The Intercultural Kitchen dijo...

Buena clase (super)coco sobre el clima en Montreal. Poco a poco me voy haciendo una imagen bien formada, es curioso esto de los blogs. Antes situaba Montreal en Canadá. Punto. Ahora cada vez que lo mencionan en algún sitio o lo veo en alguna peli o en la tele, pienso, mira, yo conozco a alguién que vive en Montreal y TODAS las cosas que sé yo ya sobre Montreal y Quebec, oye! Y así, todo parece más cercano. BESOS.
PD: Tengo las mismas servilletas naranjas (¿suecas?)

Bea Roque dijo...

No sé que es lo que más gracia me ha hecho de tu curso acelerado sobre las estaciones, lo del invierno sin anestesia, el hibisco con el tabardillo, el abanico, y el desodorante que te abandona!!!!!! Si no acabara de llegar de viaje de por ahí y hubiera sufrido en mis carnes los 105 F que tuvimos no te entenderia...es chungo lo de sudar en la ducha...Me río yo del calor aquí en Tenerife, que es calor, calorcito, calorazo o asfixia permanente con un poco de humedad... pero que no se compara con lo vuestro......y encima tenemos microclimas en los que en 10 kilómetros pasas de estar en bikini o a 3º......En fin, que cada sitio tiene sus ventajas o sus desventajas..... Ah.... y lo del mohair me sueña extrañamente familiar ¿porque será? Un beso fresquito para los tres. Bea

Marona dijo...

Lo de la primera nevada el 1 de noviembre aquí también es tradicional ;)... un día tenemos que hacer un estudio comparativo Salzburg-Montreal porque tienen muchas cosas en común: las fresas, la preferencia por lo "cozy" y ahora la inauguración de la temporada de nieves... mmmh... ¿coincidencia? ;)
Por cierto, yo también he tenido unas servilletas suecas si no iguales muy parecidas.
Cuando amaine la tormenta me voy a poner a hacer prácticas de abanico a ver si puedo introducirlo yo también aquí y me ahorro el bochornazo de los autobuses :D
Besos fresquetes.

Arantza dijo...

Noema: je, veo que todas somos clientas de Ikea... pues sí que es verdad que el hecho de conocer a alguien en un sitio te acerca más esa ciudad... yo confieso no haber sentido nunca una atracción especial por Alemania (ay, el peso de la historia...), y, desde que te leo, Berlín se ha humanizado, tiene un rostro conocido, más amistoso.

Bea: Ayer estuve de excursión en los E.U, (Vermont), y entré en un Williams-Sonoma SOLO por haberte leído, tú que hablas tan bien de esa cadena de tiendas en tu viaje a Nueva York... tienen cosas muy parecidas a las que se encuentran en Canadá -aquí existen prácticamente las mismas tiendas-, pero esa cadena en concreto no la hay, y sí que me quedé extasiada mirando las vajillas...

Marona: lo del abanico, te lo recomiendo pero ya; es un excelente "conversation-starter", te impide llegar al curro con la blusa dando el cante jondo, y los hay muy cucos, modernitos, vamos, que no son todos con puntillas e imágenes de la Virgen de las Angustias (yo cada vez que voy para España, hago un "raid" en El Corte, son baratos y chulos, y se ha convertido en uno de mis regalos más populares).

Lía dijo...

Lo de tener estaciones (a pesar de los 6 meses de invierno...) si que me dá envidia. Aquí, en este sur desértico, cada vez hay menos cambios estacionales y o bien me estoy haciendo muy mayor (que es indudable) o bien me falla la memoria pero para mi que cuando era pequeña el otoño era una estación que existía no como ahora que practicamente ha desaparecido. Aunque si le miro el lado positivo eso alarga la temporada de gazpacho un par de meses más, no? ;)

Arantza dijo...

Lía: bueno, bueno, lo de los seis meses de invierno no importan se dice rápido, pero en marzo por aquí andamos todos a punto de suicidio... así que aprovecha ese sur que en tus fotos parece tan bonito.

Lía dijo...

Ya sabes que aquí siempre tendrás un lugar donde quedarte el invierno que desees huir del frío invernal... eso si, trae ropa fresca! ;P

Arantza dijo...

Lía: si mañana me retraso con el post habitual, es porque ando haciendo la maleta... ¿cuál has dicho que era tu dirección? ;-)

liuia drusilla dijo...

Qué razón tenéis con eso de que uno se va acercando y conociendo lugares que nunca pensó gracias a esto de los blogs: precisamente este fin de semana coincidí con un canadiense en el curro y pude decirle que "conocía" a alguien en Montreal, así que estuvimos un ratazo de charleta. Así, la próxima vez que se me quejen del calorazo que hace en Sevilla, ya puedo decirles, bah, pues esto no es nada, casi es peor Montreal... :P
Por cierto, que todo esto del tiempo me ha recordado a que mi padre, que es de Granada, siempre dice que en Burgos tenemos "dos estaciones: el invierno y la de autobús", jajaja.

Arantza dijo...

Liuia: gracias por todos los comentarios. Por cierto, cuando vuelvas a encontrarte con un canadiense, no te sorprendas si la mención de Quebec le vuelve un poco incómodo, recuerda que los quebequeses son "los menos canadienses de los canadienses" ;-)

liuia drusilla dijo...

No me extrañaría nada, por eso me lo guardé para el final, no fuera a asustarse ;).