lunes, 18 de agosto de 2008

A tree grows in Brooklyn


"Home at last and now it was the time she had ben looking forward to all week: fire-escape-sitting time. She put a small rug on the fire-escape and got the pillow from her bed and propped it against the bars. Luckily there was ice in the icebox. She chipped off a small piece and put it in a glass of water. The pink-and-white peppermint wafers bought that morning were arranged in a littel bowl, cracked, but of a pretty blue color. She arranged glass, bowl and book on the window sill and climbed out on the fire-escape. Once out there, she was living in a tree. No one upstairs, downstairs or accross the way could see her. But she could look out through the leaves and see everything."

"[...] As she read, at peace with the world and happy as only a little girl could be with a fine book and a little bowl of candy, and all alone in the house, the leaf shadows shifted and the afternoon passed."


..."The world was hers for the reading."

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El paso de las estaciones es una de las cosas que más me gustan de vivir en Quebec, los ciclos que vuelven y se renuevan, repitiéndose siempre y siempre diferentes, al mismo tiempo. Quizá por esa razón tengo un cierto tipo de lecturas de verano, otras de otoño; normalmente literatura fantástica o policiaca, quizá por la magia de esta época del año, Harry Potter y "la vuelta al cole", H.P Lovecraft cuando Halloween anda cerca, Tolkien y las primeras heladas, las novelas policiacas de Mankell, o Conan Doyle, o Highsmith y las cortas y grises jornadas de noviembre; y otras de invierno -nada como un buen invierno canadiense para leer Pasternak, Tolstoï o cualquier otro clásico ruso, o relatos de aventuras de Julio Verne o Jack London-.

Me pasa lo mismo con el cine. Hay películas que asocio indefectiblemente con una estación concreta, y que me gusta volver a ver cada año, como un ritual.

Voy a hablaros de un clásico americano poco conocido, "A tree grows in Brooklyn" (publicado en España como "Un árbol crece en Brooklyn"), de Betty Smith. Una historia de infancia y de cómo la dejamos atrás hasta llegar a la edad adulta, y de cómo las dos fases tienen sus alegrías y sus penas. Sé que es un tema clásico, pero está tan bien contado que merece la pena leerlo. Es también una historia de libros, de lectura y de amor por la lectura.

Este libro, que he leído antes de lo previsto debido a una curiosa coincidencia con Lía, va a quedar grabado en mi memoria como un libro de verano. Y no sólo porque lo he leído en verano, sino porque la historia pide ser leída en el balcón, en la terraza, sentado en los escalones, en un momento libre robado al calor de la tarde. En un verano urbano, con calor de asfalto y ruido de sirenas. Perfecto para este verano, en el que me quedo en Montreal. Y nada como el final del verano para concedernos un momentito de nostalgia por la niñez...

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Dentro de poco, y sin que sepa muy bien cómo, me daré cuenta de que el otoño ya está aquí. Sé que a los que vivís en España os parece pronto, allí el verano está instalado en todo su esplendor, pero en esta parte del norte la escuela comienza antes (en la última semana de agosto), y ésa es la señal de que el otoño está cerca.

Una de estas mañanas de finales de agosto saldré al patio trasero con la taza de café en la mano, miraré al cielo, y veré ese cielo azul profundísimo de principios del otoño canadiense. Es un cambio sutil, el día es igual de soleado, pero hay un fondo de frescor en el aire de la mañana, el aire huele a limpio y es "crujiente" y nuevo, las puntas de las hojas del arce de casa empiezan a amarillear ligeramente. Entraré en la cocina para buscar un jersey, y me sentaré fuera de nuevo, un ratito de inmovilidad para contemplar como la tierra y las estaciones siguen girando.

11 comentarios:

Lía dijo...

Es un libro precioso, verdad? antes o después me lo regalaré en inglés para disfrutarlo mucho más ;)
Me encanta la descripción que haces del cambio de estación, me haces añorar el otoño...que en mi tierra casi ha desaparecido y que echo tanto de menos.

La cuina vermella dijo...

Hola Arantza, gracias por compartir esta lectura, voy corriendo hacia la biblioteca de mi pueblo, espero que esté!
Estoy de acuerdo con Lía, en Barcelona también han desparecido los cambios de estaciones y ésto nos hace un poco mas huerfanos.
Besos del todo calurosos (aunque parece que por las noches, ya se duerme mejor!)

Anónimo dijo...

Hace años un quebeques me dijo que quien no había estado en Canadá en invierno no había estado en Canadá...pero a mi siempre me ha parecido que teneis un otoño majestuoso, quizá por que es mi estación del año favorita con sus colores intensos, el aire limpio y el "fresquito"...
Aquí, en el noroeste ya se empieza a notar el cambio, los días son un poco más pequeños y el sol se esconde rápido, ademas los amaneceres ya son fresquitos...para mi el verano ya se esta acabando y antes de que me de cuanta será ya tiempo de castañas.
Un beso
Maite

Marona dijo...

Jo, ¡qué ganas de que llegue el otoño! Por aquí también se comienza a olisquear el cambio de estación... las castañas ya se están preparando... ¡qué ganas de otoño!

Arantza dijo...

Lía: Aunque leo mucho en inglés, no he conseguido aún poder disfrutar de grandes clásicos que adoro, como Jane Austen, en esta lengua. Pero este libro es muy accesible en "versión original". Así que hazte ese regalo, que te lo mereces :-)

Cocineros bermejos (y Lía): qué pena, lo del cambio climático. Porque una de las cosas más bonitas es justamente ver pasar las estaciones. En Quebec son tan marcadas y diferenciadas unas de otras (calorazo tropical en verano, frío polar en invierno, otoño magnífico y fresco...) que duran justo lo suficiente para esperar la siguiente con impaciencia. Yo ya no podría vivir en un clima sin grandes "sobresaltos" ;-) Pero tenéis la suerte de vivir en una ciudad bonita y estimulante. Barcelona me encanta.

Maite y Marona: ah, las castañas... y el olor de los pimientos asándose en el horno, en la cocina de mi madre... ésos son los olores de los otoños de mi infancia. Cada vez que veo un castaño por aquí (y aquí las castañas ya están enormes), me da un suspirito de añoranza.

Marona, me parece que el otoño va a llegar casi igual de pronto para tí que para mí. No dejes las botas muy lejos. ;-)

Ivana dijo...

Me apunto el libro, la semana que viene empiezo a trabajar y me escaparé a cotillearlo, creo que me irá bien para la hora de comer y transportarme a las vacaciones!!! El otoño me encanta, la calor lo llevo mal pero el fresquito hace que no pare y tenga ganas de hacer cosas!!

Pedro dijo...

Recuerdo con agrado el camino del aeropuerto hasta Montreal en Otoño, el espectáculo era grandioso...
Vives en una ciudad que siempre me gustó, da igual la estación de año que sea...¡Disfrútala!

Anónimo dijo...

Me voy ya pispito a Quebec. Ese pedazo de patio y esos cafetitos con cielo azul... ¿cuánto falta para que llegue aquí el otoño???

Dispersa Desastre dijo...

Por la Tierruca también el otoño asoma antes, aquí se dice "date agosto, date invierno". En cuanto acaban las fiestas de la Patrona (15 agosto, hasta el 24 este año) ya se empiezan a ver mamás cargadas de bolsas con libros, material escolar... y ya no se puede salir sin el jersey porque "a la tarde refresca"... luego en septiembre suelen venir unos días espléndidos, como de "gran despedida del verano" y a mí me entran ganas de ir a buscar moras, como cuando era una cría. El comienzo del otoño y del curso escolar me recuerda mi infancia un montón.
Vale, compraré el libro...
Un besuco.

CRIS dijo...

Sin duda voy a precipitarme a alguna librería para pegarle un ojo,que bien que nos descubras nuevas lecturas.El dibujo me recordado qe adolescente , leía en lo alto de un algarrobo (la versión hispana) con una casette para que nadie me molestara, me pasaba todo el Agosto así.
A mí es el olor el que me recuerda que se avecina una nueva estación.

Un beso

Arantza dijo...

Ivana: estoy segura de que disfrutarás este libro. Y te deseo menos bochorno para el resto del verano.

Pedro: pues desde el aeropuerto hasta el centro, casi no hay árboles... imagina en el bosque... no lo digo por dar envidia, eh? Que conste.

Vega: tú tendrás que esperar un poco, que vives muy en el mediterráneo. Me tomaré un cafetito al fresco... a tu salud ;-)

Dispersa: es verdad que en septiembre, en el norte también hay una especie de "verano indio", como aquí. Ah, la costa del cantábrico al final del verano... *suspiro*

Cris: si puedes conseguirlo en inglés, estoy segura de ue te gustará aún más. Un saludo.