En esta vida canadiense de ensueño y glamour que llevo aquí, en Montreal, una parte vital (y la razón por la que aterricé en este lado del Atlántico), es monsieur M., mi quebequés de marido, mi coloso canadiense, mi hombre tranquilo, mi John Wayne particular (pero sin el toque de derechas que Mr. Wayne tenía un poco exacerbado para mi gusto).
Como ya os he hablado muy a menudo de él, probablemente sabéis que mi nada abominable hombre de las nieves medita, es zen, horriblemente paciente, budista y carpintero / electricista / fontanero en sus ratos libres. Y ha eliminado el apego, excusa que le resulta particularmente socorrida cada vez que hacemos un viajecito a Ikea y me vuelvo loca queriendo comprarlo todo.
Aparte de reformar la barraca montrealesa que intentamos adecentar desde hace ya una década (estamos recreando nuestra propia versión de "Esta casa es una ruina", aquella patética película del 86 con Tom Hanks, que los brontosaurios como yo recordarán), monsieur M. lleva una década intentando reformarme la psique.
Noo, no es verdad, nada más lejos de su intención. Lo único que intenta es que mis neurosis no lo alejen del Nirvana que alcanzó hace ya tiempo con gran esfuerzo.
El problema de convivir con una persona carente de neurosis, sumamente equilibrada y madura y con una salud mental a prueba de bomba, es que tanta cordura puede terminar por volverte loca.
Por daros un ejemplo de este delicado equilibrio marital en el que vivimos:
Viernes por la noche, reposición en la tele por millonésima vez de "Atracción fatal". Demasiado cansados y vagos para cambiar de canal o poner algo mejor en el DVD, estamos sentados -derrumbados describe mejor la postura- en el sofá viendo el ataque de locura final del personaje de Glenn Close. Mientras los títulos de crédito desfilan en la pantalla, la cabeza apoyada contra el fornido hombro de monsieur M., comento, de forma edificante:
Monsieur M., soñoliento, sin levantar la cabeza del cojín y sin querer mojarse : -"Hmm."
Monsieur M., conteniendo un bostezo: -"Mmpf."
Monsieur M., la cara con cuidadosa expresión neutra: -"Es viernes por la noche. Estoy molido. El personaje de Glenn Close es una mujer que está loca como un cencerro, más que terapia y confianza en sí misma lo que necesita es una celda acolchada, una camisa de fuerza e inyecciones masivas de calmantes. Y los ataques de celos ni me conciernen, ni me parecen un tema de conversación interesante."
Aguafiestas.
Yo (picada): -"No, si ahora me dirás que nunca has sentido celos."
Monsieur M., mirando al techo y poniendo los ojos en blanco: -"Nunca he sentido celos. Los celos deben de ser una tradición de país mediterráneo. Soy demasiado nórdico para perseguir a tus admiradores en camiseta de tirantes. Y aquí hace demasiado frío para ese tipo de camisetas."
Yo (incrédula-exasperada): -"¿Nunca has estado celoso? ¿Ni siquiera un poco? No me lo creo."
Monsieur M., con expresión aburrida, zapeando canales con el mando a distancia: -"Nunca. Jamás. Jamais de la vie. No soy tu propietario. No eres un objeto que se encuentra en mi posesión, por lo tanto, no me perteneces. En consecuencia, estás conmigo por decisión propia, y si no has cambiado de decisión, no tengo motivos para sentirme inquieto. Y si te rondan otros hombres, mon très cher petit loup, como tú eres tu única dueña, tú decides lo que haces al respecto. Lo mismo se aplica en mi caso. Hay otras mujeres con las que trato todos los días, pero mi decisión está tomada." Exhala ruidosamente, como cansado de haber hablado tanto.
Yo (comenzando a germinar una idea): -"¿Otras mujeres con las que tratas? ¿Con qué otras mujeres tratas, exactamente?"
Monsieur M., girando la cabeza, con gesto de sorpresa: -"Euh, por ejemplo, en este proyecto de ahora trabajo con una joven ingeniera, una chica muy simpática, recién salida de la universidad, súper competente, inteligente..."
Yo (mirándole ahora con MUCHO interés): -"¿Ah, sí?"
Monsieur M., sin darse cuenta de la interrupción, sigue: -"...alta y guapa, además, un cuerpo atlético... creo que ha ganado competiciones de natación, o algo así, me dijo el otro día en la comida..."
Yo (mirada oscura y fija, tono suave y ligeramente siniestro): -"¿... en la... comida?"
Monsieur M., me lanza una mirada de soslayo, y se agita en el sofá, inquieto: -"Euh, sí, la... comida, tuvimos que visitar una obra juntos... ¡NO juntos-juntos! Juntos... con el... equipo de inspectores," (sigo clavándole la mirada, sin parpadear) "...MUCHOS inspectores, al menos una docena, y, ehr, comimos TODOS juntos... todos..." (aún no he pestañeado) "... todo el grupo... un montón de gente."
Monsieur M., en terreno movedizo, intentando arreglarlo y hundiéndose aún más: -"De todas formas, esta chica... no, no ...chica, ...cría, es una cría, un bebé, demasiado, euh, ...inmadura." Se rasca la cabeza y parece desinflarse, soltando el aire que le queda en los pulmones.
Yo (con tono aterciopelado, apoyándome en su hombro y acariciándole un lado de la mandíbula con un dedito): -"Hm." "Si me entero de que la TRATAS mucho a solas, ya sabes, juntos-juntos, a esta joven-atractiva-ingeniera-de-talento-con-cuerpo-atlético, te vas a encontrar todas tus pertenencias en cajas de cartón a la puerta de casa, ardiendo, muy posiblemente; el coche con el parabrisas roto por el lanzamiento de tu ordenador portátil, y descubrirás que, súbitamente, tu llave ya no abre la puerta."
Monsieur M. traga saliva ruidosamente.
Yo (con el mismo tono suave): -"Y después me presentaré en tu oficina para arrancarle la cabeza. A la joven ingeniera de talento, quiero decir. Y te esperaré en el coche para atropellarte a la salida."
Otra ruidosa deglución.
Monsieur M. farfulla: -"Euh, ¿te he dicho ya que esta noche estás particularmente guapa?"
Guardo silencio, impasible, mirando a la tele.
Dudoso: -"¿...reina mía?"
Yo: -"---".
Monsieur M., sudando un poco: -"¿Mi diosa?"
Lo miro con una amplia sonrisa.
A la porra el equilibrio emocional, la autoestima y la seguridad en sí misma. Contra unas piernas de veintiséis años largas y torneadas, nada como un poco de sana psicopatía conyugal.
Imagen de Ed Polish & Darren Wotz
12 comentarios:
Jajajajajajaja, pobre M, me le imagino preguntándose cómo demonios se metió en el lío... Y tu ¿que? ¿cuando empiezas la terapia? jijijijiji menuda explosión de genio mediterráneo... o latino... o lo que sea.
Un besuco (el de monsieur M en la frente, como a un hermano, no te pongas celosa).
Jajajajajaja, sana psicología conyugal, perdón, psicopatía, jajaja, a veces también me gusta aplicarla con mi nórdico.
A ver si va a tener razón monsieur M. con lo de tradición de país mediterráneo (aunque en este caso con toque atlántico, que es peor)
Muy bueno, gracias :-D
Juajuajuajuajuaaaaaa.....ay! ay! que me duele la tripa de tanto reir!!!jajajajajaj...
Un besazo (solo para ti!)
Maite
Sí... la entiendo... JB da clases de español a extranjeros, principalmente extranjeras nórdicas altas, rubias, ojos azules, despechugadas y con 20 años menos que yo. En fin...
JA! JA!! pobrecito, la próxima vez te dirá que es sólo una película y tema zangado!
me he reido un ratito!
besitos
¡Qué bueno!!! Una situación que me resulta familiar.... jejeje. Un saludiño y a M... le deseo esa templanza y... paciencia, jajaja.
jajajajaja.... qué bueno. Cuantas veces me he encontrado yo en una conferencia con un nórdico casado y con hijos tratando de liarse conmigo con el rollo ese de qué-más-da-que tengas-novio-los-celos-son-absurdos-viva-el-amor-libre...qué morro!!!!
que se lo cuenten a mi novio que es más mediterráneo que los fenicios!!!!
Buena terapia utilizaste, lo que se dice poner el parche antes de la herida!
No sabes cuánto-cuánto te comprendo.
Y Monsieur M. no sabe cuánto-cuantísimo lo comprendería el señor R. si leyera esto.
Cielo santo.
Seguro que esa ingeniera de talento y cuerpo atlético no tiene el carácter latino y explosivo que tienes tú, y que seguro es una de las cosas que a monsieur M le han hecho tener su decisión ya tomada. Creo que no tienes nada de que preocuparte.
¿A que no?
Esperanza
Veo que no soy la única que practica la "sana psicopatía conyugal"... o que encuentra perfectamente lógico practicarla. Uf, menos mal. A todas, lo único que puedo deciros es que no apliquéis ninguno de estos métodos para salvar vuestra relación de pareja, no me hago responsable de los divorcios-lesiones varias-destrozos domésticos que esta técnica mía puede ocasionar. Pero lo de aterrorizarlo antes de que haga algo imperdonable tiene su lado práctico. Al menos nunca podrá utilizar la excusa "no sabía que te iba a sentar tan mal". Grrr.
No es por defender a Monsieur M (o si?)pero que pasó con eso de que los celos patologicos son una muestra de falta etc, etc...
Habra que comprar nuevos libros?
Besos. Amo este blog!!!
Cora
Cora: gracias por pasarte por la cocina. Vuelve a menudo, hay sillas de sobra.
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