Los días son cortos y las noches largas y bajo cero. A la caída del sol, los quebequeses aceleran el paso, con prisa por llegar a una casa que les ofrezca el poco de calor y luz dorada que la naturaleza les niega por el momento. Es el mes en el que nos sentimos cansados y ligeramente descorazonados, un mes hecho adrede para que nos entren deseos de ver caer la nieve, lo que sea que aporte un poco de luz. Es un mes propicio para comer sopa.
Para prepararla utilicé una coliflor amarilla (en Quebec se encuentran de varios colores), pero se puede preparar perfectamente con una blanca. Para el acompañamiento, utilicé un par de peras bien maduritas y un queso estilo Cambozola, a falta de queso azul. Aunque yo personalmente recomendaría un queso azul fuerte, tipo Stilton, Roquefort o Cabrales. En mi caso, tuve que apañarme con lo que había por la nevera.
La receta, ésta, forma parte de este libro, una de mis últimas adquisiciones, un libro muy majete que dona los beneficios de la venta para una buena causa. Ha sido adaptada muy, pero que muy, libremente: como hierbas aromáticas utilicé, además del tomillo, un poco de romero y un poco de salvia, y un queso diferente, como ya he comentado arriba. Añadí cúrcuma, una especia muy amarga pero que contrarresta estupendamente el sabor dulce de la coliflor. Curiosamente, a pesar de su gran poder colorante y del color amarillo de la coliflor, la crema terminó siendo ligeramente verdosa, probablemente por el queso fundido.
Mucha gente utiliza indistintamente los términos relish y chutney. Sin embargo, hay una diferencia entre los dos. En mi versión también modifiqué un poco el relish (que no chutney :-): sólo utilicé peras, sustituí las manzanas por dátiles, el azúcar por miel y como no tenía sidra, me animé con un chorrito de calvados, que, a fin de cuentas, también ha sido sidra en un momento de su existencia. Me reprimí para no añadir unas pocas nueces picadas, pero la próxima vez lo haré.
El resultado fue jaleado con "mmhs", "yumyums", "aahhs" y otros suspiros diversos de satisfacción y calorcillo en la tripilla. C'était très bon. Sedoso, cremoso, suave, dulce, pero con un punto de vigor del queso azul. Los sabores de pera y dátil se mezclan con el de la coliflor y esta crema sabe y huele a otoño, a fuego en la chimenea, a crujido de hojas secas y a tierra mojada.
Pero no quiero llevarme todo el mérito: la idea para el soberbio relish de acompañamiento la tuvo Olivier, del bistro de Three Pines, ese pueblo mítico de esa serie mítica de novela negra quebequesa. A ver quién puede resistirse a cocinar, leyendo cómo el inspector Gamache, de la Sûreté du Québec, desenmascara asesinos a golpe de baguette con queso de cabra y salmón ahumado, cremitas de guisantes tiernos y menta, y de sopas como ésta.
Un buen remedio contra esas ganas que me entran en noviembre de enpijamarme e irme a dormir hasta las navidades.
15 comentarios:
Aiiiiinssss! Viva la sopamaníaaaa!!!!
Me encanta la propuesta! tiene una pinta deliciosa y la combinación de ingredientes perfecta: queso azul, peras, dátiles...qué maravilla!
Gracias por esta receta, no sabes como nos gustan las sopas en casa!
con una sopa como esta quien le teme al invierno, besos desde londres
A ver si ahora me deja. Aquí seguimos otoñales. Mira Muniellos Muniellos
Tuvimos la suerte de estar allí el fin de semana pasado.
Besos.
Esperanza.
Me acabo de enamorar, no sé si han sido las fotos, la narración o esta combinación de sensuales ingredientes pero ha sido un flechazo inmediato. Y como ese tiempo que describes se asemeja muy, pero que muy mucho a lo que ahora mismo tenemos por aquí... ¡sopa a la cazuela!
Si te gustan las recetas de Hugh Fearnley-Whittingstall tienes que ver la serie de River Cottage que tiene.
Me ha encantado la crema. Me queda un resto de coliflor de ayer que ya sé cómo voy a acomodar. La verdad es que dará para un trio de chupitos para abrir boca antes de cenar... Ya te contaré que opinan el gabacho y el gabachín.
Aquí el martes cayó la mundial... Menos mal que le ha dado por salir al sol un par de días... Si quieres soplo y te mando un poquito de sol...
Saludos
Aquí estoy de nuevo... tenía que mirar esta sopa otra vez... ayer vine un para de veces más, solo a contemplar... creo que estoy como Noema, con la flecha aún clavá...
PD: me estoy pensando mucho si mandarte besos... pero qué malos que son los celos!
Yo también vuelvo después de tomarme un plato calentito y recién hecho de esta cremita. Sin quererlo he tenido que hacer un cambio y es que no tenían coliflor en el súper, así que le puse brécol. Ay, qué rica que estaba, el contraste del queso azul con el relish, gracias por la idea. Me voy a echar una siesta que la crema se la merece.
Tienes razón ¡qué alegría la primera nevada llena de luz! y sobretodo, ¡qué alegría de sopa! Estoy pensando que si la tuya quedó color verdoso con la cúrcuma y el queso, si pruebo a hacerla con una coliflor violeta, ¿de qué color quedará? ¿o pasará eso tan horrible que le pasa a la plastilina cuando la mezclas toda? No quiero quedarme sin saberlo, tendré que probarla :) ¡Besos!
Pero ¿existen coliflores amarillas? ¿Y moradas? ¿En qué agujero llevo viviendo todos estos años? Tampoco he visto esas flores, ni esas granadas perfectas, de película... Aunque igual el mérito es de las fotos...
Eso no es una sopa, eso que has preparado es un monumento!!!! umm tiene que ser superdeliciosa y vaya fotos bonitas has hecho niña...las composiciones de objetos no son mi fuerte asi que admiro las chulis como estas...besitosssssss
Maite: Pues que viva, sí. En cuanto a los celos, mujer, si te puede consolar, a lo mejor las sopas y las fotos no me quedan mal, pero canto y bailo fatal. Lo de bailar, de hecho, lo practico lo mínimo posible, parezco una epiléptica con sobredosis de anfetaminas. Nadie dijo que lo tenemos que hacer todo bien.
Marta: pues espero que pruebes ésta, los ingredientes son fáciles de encontrar, y el resultado es muy interesante.
Pity: bueno, de momento estamos en otoño. Avanzado y agonizante, pero otoño. Pero sí, no hay tiempo gris que pueda vencerme con una sopita, un buen libro, una manta y unas velas encendidas en alguna parte. Es el "sistema sueco", que lo llamo yo, y funciona.
Esperanza: oye, qué sitio tan bonito. Para que luego haya gente que me envidie el otoño quebequés, cuando en España hay sitios que no tienen nada que envidiarle.
Noema: gracias, gracias. Y qué ilu me ha hecho que la hayas probado (¡tan rápido!) y que te haya gustado. La verdad es que me quedé bastante orgullosa de mis fotos, ese día estaba muy nublado, paro había uno de esos rayos de sol que salen de entre las nubes, y ¡zas!, la luz quedó bonita. Y la idea no es en absoluto mía, yo no he hecho más que adaptarla y retocarla un poco, como siempre. Buen siestorro, me parece que noviembre es el mes indicado para sestear.
María: este mes de noviembre, ni tan mal, hemos tenido muchos más días soleados que en la década que llevo aquí. Pero recuerdo los noviembres anteriores... qué depre.
Marona: no sé tú, pero cuando yo cocino esas verduras violetas tan bonitas -en crudo-, como la lombarda, o la coliflor, cuando cuecen, se me van más hacia el azul sucio :-). Y como soy muy vaga para hacerlas aparte y siempre voy con prisas, muchas veces hago lo que no hay que hacer, cocerlo todo al mismo tiempo en la misma cazuela. Así que las patatas se me quedan como si hubiera vertido un tintero en la cazuela. Un poco como lo de la plasti, sí :-).
Lupe: qué curioso eso de que en España hay un clima privilegiado para cultivar de todo, y que aún no leguen más variedades de verduras. Echa una ojeada:
http://micocinaenmontreal.blogspot.com/2008/09/el-mercado-jean-talon-en-otoo.html
Y las granadas que nos llegan (a precio de marisco) tienen una pinta perfecta sí, pero son todas agrias, agrias. De vez en cuando hay suerte y cae una que sabe más a lo que recuerdo que debe saber una granada... Por cierto, las flores son crisantemos asiáticos, de la familia de la vulgar margarita. Vienen de un ramito que monsieur M. me trajo a casa (no, no era para disculparse de nada :-). Me encantan. Mucho. Hasta estoy pensando en tatuarme uno.
M. Jose: pues ya ves, estos "bodegones" los improviso con lo que pillo en el frutero, en el jarrón, o en el parterre, depende de la estación. Lo más gracioso es que hago las fotos encima de mi mesa de trabajo, que es donde más luz hay. No tengo muchos medios y mi cámara es casi una Fisher-Price, pero si hay algo que he aprendido es que la comida sólo parece apetecible con luz natural. Lo cual limita mucho en los horarios para fotografiar, cuando se vive en un país nórdico. A veces pasa algún vecino y me ve inclinada sentada encima de la mesa, pegada a la ventana, sacando fotos a un plato con una mano, apartando con la otra al gato que quiere olisquear...
Qué rico ¿no? me encanta la mezcla de sabores tan inteligente que haces, siempre es un lujo pasarse por aquí, y qué fotos!!!! Ayyy, que ya me iba yo a Quebec a aprender francés
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